El eterno retorno del Estado autoritario
Rosa María Ramírez Martínez
Diversus Nexus
No. 1
4° Época
Índice
Introducción.
A
nte la abrumadora presencia del Estado en todas las esferas, bajo un lenguaje que pone como centro la democracia, la participación ciudadana, la rendición de cuentas, el combate a la corrupción, como formas ideológicas de su política; se hace necesario volver a discutir el carácter del Estado capitalista contemporáneo que se ha desanclado de la aureola de la nación y del pueblo, recordados
sólo para legitimar el desmantelamiento de la nación hacia la globalización del capital y la instauraciónde nuevas formas de control social sobre la gran masa del pueblo. La presencia omnipresente del Estado no significa, como en algún tiempo se pensó, un permanente Estado bonapartista, más bien, pone en evidencia el modo en que el Estado capitalista contemporáneo se encuentra vinculado a la organización e imposición de los intereses del gran capital, especialmente, financiero, y actúa como elemento de desorganización de las clases trabajadoras, en el sentido de que ha venido suprimiendo las formas de organización colectiva de los trabajadores y ha desmantelado sus conquistas laborales.
Todo ello, evoca aquella situación planteada por Marx en el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, que apuntaba a que la burguesía “se rebelaba contra la dominación del proletariado”[1], aunque claro, en la actualidad, no lo hace mediante un golpe de Estado por un “jefe de la Sociedad del 10 de diciembre” encabezando al lumpemproletariado, pero sí impone el terror y somete a toda forma de organización popular a las exigencias del gran capital. Está situación convierte en impostergable el debate respecto a las diferentes formas que asume la recurrencia del autoritarismo estatal, el retorno eterno, pues, como en el cuento de Monterroso: “…al despertar, el dragón aún estaba allí”...
En este sentido, la discusión se organiza de la siguiente manera, primero la crítica al Estado autoritario monárquico por parte de la burguesía su transformación en un Estado liberal,igualmente autoritario, para imponer y reproducir el proceso de acumulación, que ya Marx develaba bajolas verdaderas intenciones y los intereses que representaba; segundo, la transformación a un capitalismo fordista y su institución política el Estado interventor, que con piel de oveja esconde al lobo para mantener un capitalismo de la industrialización y el consumo, que es mucho más autoritario pues se incorpora a las decisiones de política económica; para finalmente, como tercero, arribar a un estado neoliberal de la globalización de nuevo autoritario para sostener y reproducir un capitalismo cada vez más voraz; de ahí el título de este documento: el eterno retorno del Estado autoritario.
Inicio.
Artículos y Ensayos
Quisiera comenzar con la advertencia que nos hacía Marx en la Ideología Alemana sobre: cómo son las condiciones materiales de vida, es decir, la producción de los medios para satisfacer las necesidades lo que determina las relaciones sociales y como éstas se institucionalizan. Así que,cuando se impone una división del trabajo, cada individuo queda encajado en una esfera exclusiva y determinada de actividad que le es impuesta y no puede librase de ella; esta petrificación de la actividad social, se convierte en una fuerza objetiva que domina.[2]
Es, entonces, el proceso de producción el que influye en los hombres y mujeres, directa y de manera presente, también en la forma en que se conserva, mediado por las instituciones más o menos estables de transformación lenta: familia, escuela, iglesia. Concebir el proceso económico como fundamento determinante del acontecer implica considerar todas las otras esferas de la vida social en su cambiante conexión con él y entender ese proceso en unidad con las disposiciones y aptitudes específicas de los seres humanos, las cuales fueron desarrolladas por mismo proceso. Toda la cultura incluida en la dinámica histórica, contribuye a mantener o destruir una forma determinada de sociedad.[3]
Hablando de las relaciones sociales y su institucionalización se puede decir que todas las luchas al interior del Estado no son sino formas ilusorias bajo las cuales se libran las luchas efectivas de las diferentes clases entre sí, y toda clase que aspire a implantar su dominio determina la abolición de toda antigua forma social y del dominio general.[4]
En este sentido, la burguesía se hizo revolucionaria en términos de colocar límites ala dominación anterior, al estado monárquico, que era autoritario y absoluto,por eso sus movimientos y revoluciones del siglo XVIII tienen como ideario la lucha por un Estado mínimo que defendiera sus decisiones económicas y los intereses privados, es decir, la apropiación de la ganancia.
De este modo, el pensamiento burgués se inicia como lucha contra la autoridad de la tradición, contraponiendo a ésta la razón de cada individuo como legitima fuente del derecho y la verdad. Lo que ha terminadopor exaltar la nueva autoridad, como tal, tan vacía de contenido como el concepto de razón, y en cuanto a la justicia, la dicha y la libertad del género humano,se abandonan como consignas históricas,[5] y que hoy se vituperan como metarrelatos.
El poder centralizado del Estado, característico de la sociedad burguesa, surgea la caída del absolutismo; dos son sus instituciones más típicas de esta maquinaria: la burocracia y el ejército permanente… [con] miles de hilos que vinculan estas instituciones precisamente con la burguesía… la clase obrera aprende en su propia carne a comprender estos vínculos; por eso capta tan fácilmente y asimila también la ciencia del carácter inevitable de estos vínculos…[6]
Será el pensamiento de los ideólogos liberales el queexpreseesa transformación, como Locke, para él todo Estado surge de un pacto o un contrato revocable entre individuos con el propósito de proteger la vida, la libertad y la propiedad de las personas, que se convierten en los derechos irrenunciables de los hombres. Si el derecho formal reconoce esferas de arbitrariedad individual, la armonía de estas esferas también exigen la limitación de la arbitrariedad de cada uno en beneficio de todos, es decir, el reverso de la autonomía privada a la que justifica, es la coercitiva motivación psicológica de la obediencia. El derecho formal válido está sancionado por un poder físicamente eficaz y la legalidad está esencialmente separada de la moralidad.[7]Así se urde, teóricamente, el paso del poder absoluto del soberano al poder incuestionable del derecho que encarna en el Estado capitalista.
El derecho de la propiedad tiene para Locke un carácter absoluto, y es irrenunciable: existe en el estado de naturaleza y una vez constituida la sociedad civil, el fin del Estado será preservarla; la medida de la propiedad vendrá fijada por el trabajo. Pero con el dinero surge la acumulación ilimitada y la desigualdad en cuanto a las posesiones, así pues altera la vida de los hombres, surgiendo algunos irracionales que atentan contra la propiedad de los laboriosos y estos últimos intentan evitar el estado de guerra. El estado de guerra puede darse en el estado de naturaleza o en la sociedad civil, por lo tanto, se requiere un juez que haga cumplir la ley, de esta manera los individuos realizan un pacto o contrato por el cual se constituyen en sociedad civil y comunidad política. El contrato se realiza para garantizar la seguridad de la propiedad de los individuos, vida, libertad y bienes, de esta manera surge la autoridad del Estado capitalista para su protección.
El Estado aparece como efecto, como consecuencia, y no como causa, principio de la propiedad privada diría Marx.[8]En este sentido ideológico, para la familia y la sociedad burguesa el Estado es por una parte una “necesidad externa”, un poder al que se hallan subordinados y del que dependen esas leyes. El Estado se comporta como un poder superior frente a esas leyes e intereses. Su relación con él es de subordinación, dependen de él. Precisamente, porque la subordinación y dependencia son relaciones externas, que coartan y se oponen a la independencia.[9]
Aquí se hace clara ya, la separación entre la propiedad que modela la sociedad civil, y el Estado guardián o juez que necesita preservarla para mantener y proteger la sociedad civil, aun cuando se tenga cierta claridad en que los hombres mismos de facto generan contradicciones, por ser un tanto no racionales o no laboriosos como lo supone el liberalismo pues pueden llegar a atentar contra estos principios como si fuera solo una cuestión personal o individual, solo será la ley,como expresión de la razón, la que nos puede sacar de este estado de guerra. Pero no se advierte como el Estado, a su vez, es producto de esas contradicciones sociales que es incapaz de resolverlas, de ahí el uso de la violencia legítima. Pero frente al abuso del poder del Estado el pueblo conserva el derecho a la rebelión.
Este pensamiento fue modelando la tradición anglosajona, que impactará más tarde en la Independencia Norteamericana, mientras que la tradición francesa del contractualismo al estilo de Rousseau se expresará en la Revolución Francesa. En la era burguesa, la dirección hacia el Estado autoritario ya estaba trazada, ya desde siempre. La historia posterior se presenta condensada en la Revolución Francesa, Robespierre había centralizado el parlamento a una cámara de registro de leyes. El Estado regulaba la economía.[10]
Rousseau compartía con Locke y los iusnaturalistas el presupuesto irrenunciable del consenso de los ciudadanos para la legitimación del poder estatal, pero ya establecía que el derecho del hombre no depende de los fines que le impone la naturaleza sino de la libertad en tanto fundamento de todo derecho, pues le basta la normatividad libre y racionalmente pactada. Por lo tanto, plantea el contrato no como un hecho sino como un constructo normativo; es Rousseau el que culmina con la disyunción entre hechos y normas: la voluntad general no es un hecho, sino una idea normativa, un constructo de la razón, pero será Kant quien logre su pleno desarrollo.[11]Entonces, el contrato es producto de la aceptación racional de los sujetos, es la salida que ha de permitir la atenuación de los males nacidos de la ruptura respecto del estado de naturaleza.[12]
La sustitución de la voluntad particular por la voluntad general, como la renuncia de la libertad individual por la libertad civil, que mira a la igualdad es lo que hace a los individuos verdaderamente libres, pues la libertad lo es en la obediencia a la ley. De ahí, se genera una fragilidad y tensión entre el cuerpo político y los individuos. La voluntad general puede dirigir las fuerzas del Estado según el fin de su institución que es el “bien común”, pero el rescate de la moral es de los individuos desde su interior, pues si la oposición de intereses particulares ha hecho necesario el establecimiento de las sociedades, la conformidad de estos mismos intereses es lo que ha hecho posible su existencia; lo que hay de común entre los diferentes intereses, es lo que forma el vínculo social. Así, el Estado es la figura moral que surge del consenso social, su poder recae en el soberano y su legitimidad en las leyes que respaldan y otorgan su existencia.
Kant entendió que los principios normativos del contrato roussoniano eran válidos sobre todo para la moralización del hombre, de ahí que procediera a su aplicación estricta al universo moral, por ello puede enfocar su formulación al imperativo categórico como una transposición trascendental del concepto de voluntad general, asumiendo sus caracteres de objetividad, de autonomía, universalidad e incondicionalidad, con un valor regulativo en el orden jurídico y político.
Kant pone el acento en el estado de naturaleza como un estado de guerra potencial, motivado por la ausencia de una autoridad pública que puede establecer o determinar lo que a cada uno compete, como idea a priori de la razón, es opuesto al estado civil debido a que en el estado de naturaleza se incluyen de manera provisoria ciertas cláusulas del derecho privado, mientras que en el estado civil tal garantía gana perennidad a través del derecho público. Así la especificidad del estado civil es el derecho público que tiene la función básica de fortalecer y resguardar el derecho privado. El derecho público es el conjunto de leyes que precisan ser universalmente promulgadas para producir un Estado jurídico, un sistema de leyes para un pueblo, que en una relación de influencia mutua bajo una voluntad que los unifique, como lo es la Constitución, puedan participar de aquello que es el derecho.
La formulación del contrato para Kant es la idea por la cual un pueblo se constituye en Estado, es decir, la unión de las voluntades particulares en la voluntad general o voluntad unificada del pueblo, esa idea de celebración de un pacto tiene un valor de practicidad, pues obliga a todo legislador a promulgar leyes como si éstas emanaran de la voluntad de todo el pueblo. Por lo tanto, el origen del Estado se puede comprender en una dimensión histórica y su génesis no es otra más que el ejercicio de la fuerza, mientras que su fundamento como Estado de derecho pertenece al plano de lo eidético.
La condición civil como Estado jurídico de cada miembro de una sociedad se basa en los siguientes principios por los cuales el Estado de derecho tiene existencia, legitimidad y efectividad:
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la libertad de cada miembro de la sociedad en cuanto hombre, fundante de la vida moral y la dinámica jurídica política,
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la igualdad entre los mismos y los demás, en cuanto súbditos ante la ley, convive con la desigualdad de las distintas posiciones y posesiones de la sociedad civil,
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la autonomía de cada uno en cuanto ciudadanos, una ley pública que determine en todos los casos lo que debe de ser permitido o prohibido al ciudadano, es el acto de voluntad igualmente pública, de ella emana todo derecho y nadie puede violentarla.[13]
De estos principios surge el núcleo de la teoría política representativa, la representación como sí, en tanto el legislador crea y decreta leyes como si éstas emanaran de una voluntad general, pero no supone que a los ciudadanos se les asigne la tarea de legislar. La permanencia del Estado civil es a través de la lógica de un poder soberano, absoluto, irresistible y divisible, esto último es el corazón del modelo republicano.
La relación entre moral y derecho en Kant es la de acentuar su disociación, sensible al fijarle límites al Estado con respecto a asuntos de moral y bienestar general de los individuos, el derecho conforma una esfera autónoma que se contrapone a un concepto de ética más amplio como doctrina de las costumbres y solo de esa manera abarca al derecho y a la ética misma en sentido estricto, como teoría de la virtud. Pero el derecho a diferencia de la moral posee el elemento de la coerción sin el cual no tendría eficacia. Coerción y libertad son exigencias de la razón y la moral pública es coincidente con el derecho externo, pero escindido de una moral particular o subjetiva, por lo tanto la idea racional de una comunidad pacífica no posee un carácter filantrópico sino jurídico y lo moral ético queda encerrado en el individuo.Aquí vemos consumada la idea de un Estado escindido de la sociedad –de la economía y la moral-, pues se piensa fundado en una voluntad colectiva y en la razón que encarna en las facultades de legislar y en las leyes establecidas.
De este modo, las propias relaciones sociales pasaron a fundarse en la nueva autoridad, la sumisión a las circunstancias económicas dadas, que el trabajador efectiviza en el libre contrato es, a la vez, la sumisión a la voluntad privada del empresario; en tanto el trabajador reconoce la autoridad de los hechos económicos, reconoce de hecho la posición del poder y la autoridad del empresario.[14] Los rasgos fundamentales del orden social mismo se sustraen a la voluntad de los hombres, por lo tanto, no tienen más alternativa que reconocer y comprobar allí donde podrían configurar y carecer de aquella libertad que cada vez necesitan con mayor urgencia: la de regular y dirigir racionalmente el proceso social del trabajo y con ello, las relaciones humanas en general.[15]
Pero la dimensión ética de la política, del Estado, retorna en Hegel, en él encontramos una filosofía política como filosofía del derecho,aun cuando trate fundamentalmente al Estado. Para Hegel, el derecho abstractamente considerado es el primer momento de la dialéctica del Estado, siguiendo la tradición, pero es en la revolución, que lleva ese derecho abstracto a la existencia y a la vigencia, como realidad objetiva. Separa la validez del derecho abstracto de su realización; el orden producido por la revolución de la misma; separa la libertad abstracta que había alcanzado validez positiva en la esfera de la sociedad civil de la libertad abstracta que se desea realizar a sí misma; esta incurre en la contradicción de la libertad absoluta de una conciencia meramente subjetiva: en el desenvolvimiento más extremo del poder que experimenta necesariamente su propia caducidad.[16]
Sin embargo, para Hegel el tema central de lo político es el tema del poder que se fundamenta en el derecho, para afrontar esta problemática el sujeto se configura como voluntad, una voluntad que es libre, en tanto que la libertad es su sustancia y determinación de manera que el sistema de derecho, es decir, el sistema político, el Estado es el reino de la libertad realizada. Por lo tanto, no puede darse la libertad fuera del Estado, como totalidad de los sujetos que lo componen, quienes juntos conforman el gran sujeto colectivo, y de esa manera quedan sujetados al derecho.
El sueño era el de la realización de la polis con la revolución francesa, pero se esfumó al descubrir la acción de la negatividad que revelaba los sucesos dolorosos y la tragedia, descubrimiento de la dialéctica.La burguesía tuvo que llamar al bonapartismo de arriba con el fin de dominar las tendencias precedentes estatales de abajo, así la economía de mercado se mostró cada vez más reaccionaria.[17]
En este concepto de una eticidad del Estado reconstruida a partir de la revolución, Hegel liga el concepto clásico de lo político con el moderno, esto es la doctrina de la virtud de Aristóteles con las reglas de una violenta autoafirmación desarrollada desde Maquiavelo hasta Hobbes, la libertad abstracta mediante la igualdad bajo leyes formales y generales, pues al fin y al cabo justificaban teóricamente un Estado capitalista vigente en su época, aquel que posibilita el desarrollo de la burguesía.
Pero, es la crítica que realiza Marx a la filosofía del estado de Hegel, donde devela como el Estado aparece como necesario, pero para una sociedad dividida en clases sociales. Por lo tanto, en la crítica a los supuestos de Hegel acerca del Estado burgués, al presentarlo como la esfera superior de la eticidad y de racionalidad, y como en ese ámbito es donde se resuelven las contradicciones de la sociedad civil, y de esta manera expresa el rostro civilizado del modo de producción, se puede observar la importante función ideológica del mismo, al exhibir al Estado como si flotara por encima de los antagonismos de clase y que solo atiende a la voluntad general. Así pues es Marx quien ha tenido la osadía de desenmascarar esta función ideológica del Estado.
Parece claro que para Marx la política, al quedar reducida a la actividad del Estado, se convierte por excelencia, en la esfera de la alienación y en cuanto tal, es el espacio privilegiado de la ilusión y el engaño. Hacia allá apunta Marx cuando inicia con la crítica al Estado, la política y el derecho, especialmente en sus escritos juveniles, en donde señala que hay que pasar de la crítica del cielo a la crítica de la tierra, por lo tanto, la misión de la filosofía política es la de desenmascarar la auto-enajenación humana en todas sus formas, sagradas y seculares, pasar de la idea a la naturaleza; la política es un espacio de la ilusión y el engaño porque se vuelve alienación en el Estado realmente existente que está al servicio de intereses particulares, de clase; por ello concluye que un Estado que no sea la realización de la libertad racional es un pésimo Estado.
Marx consideró a Hegel como el teórico y apologeta por excelencia del Estado burgués, lo respalda en la teoría hegeliana del derecho privado, en cuanto al derecho de la personalidad abstracta. Nada le parece tan artificioso y nocivo como la escisión entre los derechos civiles, del hombre y los derechos políticos, del ciudadano.[18]Aquí ya Marx atisba el importante papel de la propiedad privada para la sociedad civil burguesa y para el Estado moderno, como un Estado autoritario.
Marx no se limita solo al cuestionamiento de la misma separación hegeliana entre estas dos esferas contradictorias, pero no tanto para reducir la una a la otra, sería ilusorio, oponer a la sociedad civil como fundamento teórico del Estado, más bien busca la unidad entre lo particular y lo general, no como unidad formal, sino como una unidad real, una libertad concreta basada en la idea de la sociabilidad humana, manifestada en el nivel de la familia y de la sociedad civil, pero también del Estado. Por lo que familia y sociedad civil dejan de ser meramente formas de la particularidad enfrentadas al Estado para entenderse como elementos de la generalidad, una y otra son manifestaciones de la sociabilidad humana.
Condición que recupera Horkheimer, pues la relación de los individuos con la autoridad que en los tiempos modernos está prescripta por la especial índole del proceso de trabajo, condiciona una cooperación duradera de las instituciones sociales a fin de producir y consolidar los tipos de carácter correspondientes, para la conducta autoritaria, de la que en gran medida depende la existencia del orden capitalista.[19]
El sometimiento a la autoridad ya no exige directamente la obediencia, sino el uso de la razón. Quien considere sensatamente el mundo comprenderá que el individuo debe de someterse y subordinarse, se convierte en un acatamiento a la justicia de la realidad.[20] Es este concepto cosificado de autoridad el que en las modernas teorías del Estado autoritario lo aplican al jefe político; en cuánto categoría fundamental de la comprensión del mundo, es producida necesariamente por las relaciones de la propia familia.[21]
Una vez comprobado el carácter irremediablemente clasista del Estado capitalista, Marx intenta ir más allá, adentrarse en el nuevo sendero abierto por Adam Smith y otros economistas clásicos al fundar la economía política. La teoría marxista se sustenta en dos pilares, el primero y fundamental es el de la dinámica estructural que provoca el proceso histórico de desajuste entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción; y el segundo, refiere a la lucha revolucionaria de las clases sociales, impulsada por el proletariado y encaminada a conquistar el poder, que trata del sujeto trascendental de transformación, el sujeto histórico del proceso. Parafraseando un párrafo en relación a la importante función ideológica, en la Ideología Alemana, se puede decir que la historia de todas las sociedades existentes es la historia de la lucha de clases.
Desde este punto de vista, se puede aseverar que la política para Marx es lucha por el poder que se gesta a partir de la dinámica objetiva entre fuerzas productivas y relaciones de producción sobre la cual se estructura la lucha de clases como momento subjetivo de las contradicciones materiales; pero la lucha por el poder no queda agotada en la toma del aparato de Estado existente, sino que se dirige a modificar a la sociedad y su organización política, lo cual es claro cuando cuestiona al Estado como forma alienada de la actividad práctica de los individuos que cumple tareas de represión e ideologización y, en consecuencia, no es ningún reino de la realización de la libertad racional, pues ésta sólo existe de modo formal, de modo jurídico.
La idea marxista en cuanto al papel histórico y a la significación del Estado, se refiere a su reconocimiento como producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, su surgimiento se relaciona con el grado en que esas contradicciones no pueden objetivamente conciliarse, como bien lo dice Engels:
“…Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del orden. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado.”[22]
La dialéctica construida por Marx en primer lugar, pone de relieve el carácter inherentemente contradictorio, y por lo tanto provisorio, de las instituciones y prácticas sociales existentes; estas contradicciones tienen lugar entre las fuerzas sociales y los intereses clasistas portadores de enfrentados proyectos, valores e ideologías. En segundo lugar, refiere a lo provisorio y contradictorio de lo existente de las instituciones, objeto de crítica irreverente y mortífera que ancla al proceso de reproducción social. Y en tercer lugar, refiere a su concepción de la historia como un proceso y no como mera secuencia de acontecimientos, que tiene un sentido y una finalidad; en su crítica pone de relieve que son los hombre y las mujeres los que construyen y reconstruyen sus propias condiciones de existencia cuyo sentido se avizora como la liberación radical de las cadenas de la opresión y explotación del hombre por el hombre, el inicio de una historia que pondría fin a la prehistoria escrita por todas las sociedades de clase, este objetivo aun ha quedado abierto.
Marx concibió a la política y al Estado como la instancia suprema de alienación que preservaba el mantenimiento de una sociedad basada en la explotación, pues encontró un conjunto de prácticas, instituciones, creencias y procesos mediante los cuales la dominación de clase se coagulaba, reproducía y se profundizaba. Pero dialécticamente, le asigna a la política la tarea de transformación del mundo y constructora de la historia, pues en la lucha política se emancipa el proletariado de las ataduras materiales e ideológicas. La política, esfera de la alienación en la sociedad de clases, se revela como su contrario para la clase burguesa en la medida en que la clase del proletariado sea capaz de construir un proyecto contra-hegemónico, en palabras de Gramsci.[23]
De ahí que la teoría marxista del Estado sea, en realidad, una teoría de la “extinción del estado”, una teoría de la reabsorción del Estado por la sociedad civil plasmada en el “autogobierno de los productores”. Pues el Estado al ser una entidad parasitaria cuya permanencia dependía de la sobrevivencia de una sociedad de clases, ya que procesa la dominación de clase y explotación de los trabajadores está condenado a extinguirse. La lucha política no se agota en las ambiciones personales sino que tiene su raíz más profunda, a través de una cadena de mediaciones, en el suelo de la sociedad de clases.[24] Así lo indica en el 18 Brumario:
“Este poder ejecutivo, con su inmensa organización burocrática y militar, con su compleja y artificiosa maquinaria de Estado, un ejército de funcionarios…, este espantoso organismo parasitario que se ciñe como una red al cuerpo de la sociedad… y le tapona todos los poros… Todas las revoluciones perfeccionaban esta maquinaria, en vez de destrozarla. Los partidos que luchaban alternativamente por la dominación consideraban la toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botín principal del vencedor.”[25]
Marx descubre al estado liberal que ha reposado sobre la malsana ficción de una pseudo-igualdad que inocentiza la desigualdad real, de ahí su carácter alienado y de ahí también las tareas que el Estado desempeña en auxilio del proceso de acumulación capitalista: el ocultamiento de la dominación social, su invocación manipuladora al pueblo en su inocua abstracción, para legitimar la dictadura clasista, la separación de la economía y la política, definida según los criterios de la clase burguesa, reforzado con todo el peso de la ley y la autoridad. Marx sometió a la crítica la doctrina económica y la práctica del liberalismo político y, con ello mostró la íntima dependencia del Estado respecto de los intereses de las clases dominantes.
Así, para Marx, cualquiera que sea su forma o régimen de gobierno, el Estado nunca deja de ser un mal necesario e inevitable en la sociedad de clases. Si hay Estado, hay dictadura y la libertad no puede ser más que un rasgo superficial, acotado y de alcances limitados. Ya decía Engels que mientras el proletariado necesite todavía del Estado no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter al adversario, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir.[26]
Pero si con Marx ya tenemos una crítica al Estado, como instancia aparentemente separada de la sociedad, lo que muestra su carácter histórico, su transitoriedad;en realidad el Estado depende de la escisión de la sociedad en clases sociales y se convierte en autoritario pues no constituye la expresión de ningún interés general o colectivo, y con ello,se tiene consecuencias prácticas muy concretas en cuanto a la manera de comprender el bienestar colectivo, expresión de la fetichizacióndel Estado.
Con MaxHorkheimer ponemos atención en los rasgos de ese Estado autoritario, la omnipotencia del capital ha dado al traste no solo con el liberalismo económico sino con toda la esfera de la circulación mercantil sobre la cual se levantaba el escenario de la política y del que despegaba la ilusión del gobierno democrático. El Estado liberal ha madurado hasta convertirse en un Estado autoritario, es decir, obediente hacia arriba, hacia el capital e impositivo hacia abajo, hacia la sociedad. El autoritarismo estructural de la sociedad moderna dominada por la monopolización capitalista permite reconocerse en el Estado autoritario.[27]
La sociedad determinada por las leyes del libre mercado se presenta no sólo como una esfera libre de dominación, sino también en su fetichizacióncomo esfera exenta de poder o tendencialmente neutralizadoy emancipado respecto a la dominación, muestra las categorías jurídicas su constitución básicamente económica. La seguridad jurídica, es decir, la vinculación de las funciones del Estado a normas generales, protege junto a las libertades codificadas por un sistema de derecho privado burgués, el orden del mercado libre. La ley misma, que ha de atenerse al ejecutivo y a la justicia, debe de ser obligatoria en la misma medida para todo el mundo; de modo que las leyes del Estado coinciden con las del mercado.[28]
Detrás de las categorías legales, las transformaciones del régimen de acumulación y las crisis son las condiciones que intervienen para modelar las relaciones entre la sociedad y el Estado, tan es así que se pueden borrar sus límites, por una parte los intereses privados afectan y se introducen en las políticas del Estado; por la otra, el Estado cruza los límites al regular los contratos privados de las empresas; así por medio de las preferencias fiscales y garantías de crédito el Estado podrá moldear la economíaen beneficio de determinadas clases o fracciones de clase dominantes.En suma, se afirma una idea de Estado,pues su acción está signada por las exigencias de la acumulación de capital y, el hecho de que emprenda, bajo el Estado de bienestar, políticas de redistribución sirven para atenuar las consecuencias de un mercado excluyente.
De nuevo el estado autoritario.
Será el capitalismo voraz del siglo XX que caractericeal Estado keynesiano, fascista, y más tarde neoliberal; pues es el sistema de la libre economía de mercado, que ha conducido a los hombres a los inventos ahorradores de trabajo y, finalmente a la fórmula matemática del mundo,lo que ha conllevado a dar cuenta como las máquinas se han convertido en medios de destrucción.Todas las funciones sociales de los capitalistas son realizadas por empleados a sueldo […] y el Estado moderno vuelve una vez más a convertirse solamente en la organización que la sociedad burguesa se da a sí misma para mantener las condiciones externas del modo de producción capitalista. La pobreza era al principio un estrato social, después se convirtió en pánico extremo.[29]
En esta forma, el Estado se va convirtiendo en una "necesidad" para continuar con el desarrollo capitalista, de tal modo que, es ineludible su participación para asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo y garantizar la reproducción del capital y del sistema en general.[30] Necesidad que se traduce, como poder de organización legal y legítimoy que se constituye, en el plano de la dominación política, en el núcleo para desempeñar la tarea de instaurar los nuevos modelos de socialización-subordinación.
La existencia del Estado es la expresión formal, materialmente constituida del contenido antagónico de una relación que no puede fundamentalmente desenvolverse de manera independiente: la relación social entre capital y trabajo, y que requiere de las formas materiales para reproducirse, es decir, no puede ser satisfecha por sí misma; el capital sólo renueva una porción del valor de la fuerza de trabajo que debe de ser complementada mediante la intervención del Estado.
Con la transición del capitalismo a las formas del monopolio simple y del capitalismo monopolista de Estado, el Estado juega un papel cada vez más importante, se expande el ámbito de su intervención y con ello la imposición de su autoridad innegable, el creciente papel de los impuestos como un mecanismo de apropiación y el papel crucial del crédito del Estado en la asignación de capitales, son acciones que rebasan la esfera de lo privado como mera reproducción del modo de producción. Bien se puede decir que, en el tránsito del Estado liberal al Estado benefactor, se configura como respuesta a la creciente exclusión que impone el mercado, no sólo es una respuesta a la depresión económica, por ello la acción del Estado se presenta ideológicamentecomo redistribuidora, como capaz de superar la racionalidad utilitarista de los capitales individuales, para garantizar la continuidad del proceso productivo, de allí que el Estado actúe mediante inversiones directas, una estructura tributaria progresiva y el aumento del salario indirecto.
Como se puede advertir, las contradicciones propias del modo de producción capitalista están presentes y el Estado autoritario se renueva.Se renueva en la medida que mediante sus intervenciones en la economía y el “bienestar social”, contiene los potenciales de conflicto derivados de los procesos de reorganización de la acumulación de capital, ya que al incorporarciertos intereses de las clases dominadas,lo hace para excluirlas de las decisiones político-económicas que les afectan.
En este sentido, el Estado no podía limitarse sólo a asegurar las condiciones de la producción, sino que debe de intervenir en el proceso mismo de reproducción, por lo que, se convierte en órgano ejecutor de la ley y del valor, de nuevo se vuelve autoritario. El Estado garantiza el sistema de derecho civil, protege el sistema de mercado, asegura las premisas de la producción, y se reproduce a sí mismo mediante la imposición legitima de motivos generalizados para la formación de una voluntad colectiva, que tiene como trasfondo, precisamente, la conservación y justificación de las relaciones sociales de producción capitalista que se presentan ideológicamente como las formas de mantenimiento de la integridad nacional.
De esta manera las acciones del Estado crean nuevos hechos económicos mejorando las posibilidades de inversión, para ciertos grupos y nuevas formas de producir plusvalía o nuevas estrategias de acumulación, pero también nuevos conflictos.[31]
Al intervenir el Estado en las condiciones generales de producción requiere de legitimación, para ello plantea el sistema de democracia formal, que provee motivos generalizados, lealtad de las masas difusa en su contenido, pero que evita la participación. El Estado va compensando las consecuencias disfuncionales del proceso de acumulación, y toma a su cargo la producción de bienes de uso colectivo; así el Estado aumenta el valor de uso y aumenta la tasa de plusvalía, se responsabiliza en organizar el sistema educativo, con ello se produce un incremento de la productividad del trabajo por vía de la calificación, uso de la ciencia y la tecnología.[32]
Si el Estado opera como elemento que preserva la desigualdad real de la base económica, desplegando una ideología que emerge a través de su fetichización como "un Estado de todos", que hace aparecer los intereses particulares como intereses generales, de ahí su complicidad estructural con la clase burguesa; entonces, se cristalizan las relaciones de clase en compromisos políticos signados por el propio Estado, de ahí que requiera una cierta autonomización, que si bien participa en la regulación económica y el dominio político, crea sus propios intereses y las formas de reproducción de sí mismo. Keynes hubiera podido aprender que el intervencionismo tiene límites históricos y económicos irrebasables en cuanto tiende a limitar las posibilidades de la acumulación ampliada del capital.
En esta forma, el Estado de bienestar significa históricamente el intento de adaptación del Estado liberal, a las condiciones sociales de la producción capitalista de las llamadas sociedades industriales y postindustriales, con sus nuevos y complejos problemas y sus posibilidades técnicas y organizativas para enfrentarlos. Los efectos de la reorganización del trabajo productivo se extienden a las condiciones de vida de la población en general, como consecuencia de la tecnificación del trabajo y el crecimiento del sector de servicios, por lo que las medidas se propagan a otros aspectos como promoción del bienestar en general, cultura, esparcimiento, educación, defensa del ambiente, el consumo que no se limita solo al aspecto económico.[33] Con ello se pone en evidencia que la estrategia de acumulación no sólo es reorganización del trabajo para elevar la productividad, sino que afecta las formas de distribución y consumo que hacen posible la realización de una creciente masa de plusvalor y una obediencia y disciplina a las órdenes de este Estado.
Además de masificar la producción y el consumo, el fordismo se caracteriza por su capacidad de descalificar al trabajador individual para convertirlo en un elemento indiferenciado de explotación, forma específica que adquiere la estrategia de acumulación durante la etapa del capitalismo monopólico de Estado, y que se acompaña con la expansión del sector público, que opera como mecanismo para la expansión de la producción y el consumo capitalista, el creciente papel de los impuestos como un mecanismo de apropiación y del crucial elemento de crédito del Estado en la asignación de capitales, es decir, se va gestando una coerción extraeconómica, la del Estado de bienestar, para consolidar las precondiciones para que esa estrategia de acumulación pueda llevarse a cabo con cierto éxito.[34]
Históricamente, el auge del fordismo señala una onda larga de acumulación que comienza en los años treinta, a partir de la crisis del 29, sobre todo en la fase de reconstrucción y ampliación de las capacidades de producción destruidas durante la segunda guerra, y llega hasta los años setenta, en América Latina ha sido aquella de los "milagros económicos". Asimismo, la modalidad intervencionista del Estado en los países subdesarrollados responde al precario desarrollo de las fuerzas productivas y al tipo de relaciones de producción existente en ellos, fue la etapa en que estas formaciones sociales inician su desarrollo capitalista, que coincide con el surgimiento y consolidación del capitalismo imperialista, motivo por el cual desde el principio el Estado tiene que funcionar como impulsor y promotor del capital que, ideológicamente, se presenta como propuesta de modernización.
La institucionalización jurídica del conflicto en torno a la fijación de los salarios y condiciones de empleo se ha convertido en la base de una política reformista, supuesto del keynesianismo, que ha llevado a una pacificación del conflicto de clases en términos del Estado social, a condición de que no decaiga el proceso de acumulación, en el que la idea de desarrollo y progreso legitime su intervención, pues será el Estado que lo lleve a cabo como proyecto hegemónico y lo eleve a programa político. El núcleo de este compromiso es una legislación laboral y social que bajo la cubierta del compromiso más o menos logrado, que el Estado social representa, se establece como un pacto con los trabajadores, pero, aún pueden seguirse produciendo conflictos, que no se presentan primariamente como conflictos específicos de clase, y que, sin embargo dimanan de una estructura de clases desplazada a los ámbitos de acción integrados sistémicamente e inscrita en ellos.[35]
El Estado de bienestar cumple funciones encaminadas a reproducir y disciplinar a la fuerza de trabajo, por lo que el Estado acepta establecer instituciones de bienestar social que se convierten en el contrapeso político de la imposición de políticas de restricción salarial. Pero no sólo estas funciones son las que asume el Estado social, de acuerdo con la propuesta de Keynes que otorga al Estado una mayor responsabilidad en la organización directa de la inversión y de la economía, es decir, convertirse en sujeto productivo. Es necesario que el Estado devenga al centro de imputación de la vida económica en su totalidad.[36]
Al convertirse en sujeto productivo, el Estado intenta superar las fricciones estructurales que la economía de mercado genera, es así como se gesta el papel del nuevo Estado. En esta forma, el Estado se convierte en motor de la economía y fortalece el consumo, con lo que, avanza del terreno de la inversión en servicios al renglón de la inversión productiva.[37] En otros términos significa que el Estado no sólo crea condiciones para la producción y reproducción capitalista, sino que se convierte en un instrumento que asegura y genera plusvalor.
El Estado de bienestar en la sociedad capitalista contemporánea, ha ido asumiendo una función sustitutiva del mercado regulador del proceso económico; intenta mantener el proceso de acumulación dirigido privadamente y se legítima a partir de su competencia administrativa (regulación). Además, organiza las consecuencias sociales disfuncionales de la producción privada, sin lesionarla, es así como el Estado debe compensar los recursos escasos generados por una distribución asimétrica de la riqueza social, por vía del aparato fiscal; ofrece servicios de bienestar para obtener la "lealtad de las masas". El estado asegura desde fuera, con instrumentos políticos, la integridad territorial y la capacidad de competencia de la economía nacional.[38]
De esta manera, el Estado benefactor se basa en la inclusión "constitucional", en sentido lato, de un conjunto creciente de "derechos ciudadanos" como son los derechos sociales, familiares, acceso universal y gratuidad, y la provisión de los bienes de la seguridad social (educación, salud, vivienda y seguros) que se entiende como función estructuralmente exclusiva del gobierno.[39]La primacía de lo público sobre lo privado, como intervención estatal, en la regulación coactiva del comportamiento de los individuos, que piden protección a cambio de libertad. La autoridad descansan, tanto en la sumisión ciega y esclava, fruto en lo subjetivo, de pereza mental y de la incapacidad para tomar resoluciones por sí mismo, y que, en lo objetivo, contribuye a la continuación de condiciones oprimentes e indignas, cuanto la consiente disciplina del trabajo propia de una sociedad en pleno florecimiento.[40]
Este nuevo Estado autoritario,organiza el desempleo de la fuerza de trabajo, la obediencia a las condiciones de su propio desarrollo, acomodadas a las conversiones de la economía.Es la vida o la muerte lo que les espera a los desempleados, jubilados, comerciantes, intelectuales. Se convierte en un círculo vicioso de pobreza, dominio, guerra y pobreza que los tendrá atrapados hasta que ellos mismos lleguen a romperlo. Para democratizar la administración no se requieren medidas económicas o jurídicas adicionales sino la voluntad de los gobernados. El Estado autoritario es represivo en todas sus variantes, por ello, se convierte en un absurdo estado de cosas.[41]
Que deban existir diferencias económicas entre los diversos estratos de los dominados (trabajadores, sexos o, razas) y que deban practicarse sistemáticamente la separación de los individuos entre sí, pese a todos los medios (periódico, radio, televisión) son principios que forman parte del catecismo propio del arte de gobernar autoritariamente. La humanidad está siendo al mismo tiempo cultivada y mutilada en todos los sentidos, se convierte en una maquinaria de represión, hambre, peligro y guerra.Más tarde la sangre derramada fluirá del pueblo,la explotación continuará si tras la disolución de las antiguas posiciones de poder, la sociedad no administra sus asuntos sobre la base del libre consenso. La nación dependiente tendrá que soportar una mayor explotación.[42]
En el capitalismo solo estima a los hombres como lo que son,porque en él los ha conformado:magnitudes sociales, como cosas. La igualdad de los propietarios de mercancías es una apariencia ideológica que se desvanece en el sistema industrial y que, en el Estado autoritario, cede el lugar a la dominación abierta. Aunque la expansión de las formas autoritarias mantiene un largo periodo de opresión. La burocracia vuelve a adueñarse del mecanismo económico que se le había escapado de las manos. La era del estado autoritario puede verse interrumpida con retrocesos. Es la crisis internacional perpetuada por el Estado autoritario, la que no deja ninguna posibilidad de elección a la humanidad deteriorada bajo las formas de relación social que protege y afirma este Estado.[43]
El eterno retorno.
Más tarde, -eneste tiempo en que vivimos- se presenta la reivindicación de la concepción liberal, de los intereses privados sobre los públicos, como sucederá con el Estado neoliberal que logra imponerse a partir de la década de los ochenta a nivel mundial y que no es otra situación más que el desmantelamiento del antiguo compromiso de clases en que se remodelan las relaciones entre capital y trabajo, destruyendo las instituciones del bienestar social.
Sin embargo, esta situación responde a condiciones concretas del desenvolvimiento capitalista que pueden resumirse del modo siguiente:
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el despliegue de capital monopólico genera un excedente económico que es absorbido a través de los gastos del gobierno;
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la internacionalización del capital crea condiciones de mayor competencia entre países que desembocan en situaciones bélicas que sólo se pueden atenuar mediante la acción gubernamental que garantice una "demanda efectiva" que absorba el excedente económico por la vía de los gastos sociales;
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el desarrollo del capital monopólico crea situaciones de pobreza que el gobierno busca atenuar por medio del gasto social al convertirse en latentes situaciones de lucha y contradicción;
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el desarrollo capitalista genera una creciente urbanización aumentando la demanda de nuevos servicios que proporciona el gobierno, entre ellos la educación y la salud son de los más relevantes, sobre todo el primero se asocia a la urbanización y la industrialización.[44]
Aunque los problemas tengan su origen en un tipo de crecimiento económico estructuralmente propenso a las crisis, los desequilibrios económicos pueden ser contrarrestados por la intervención sustitutoria del Estado. Así, el Estado se ve obligado a intervenir en las crecientes lagunas funcionales del mercado, intervención que respeta la división del trabajo entre una economía dependiente del mercado y un estado económicamente improductivo. Este dilema estructural tiene como consecuencia el que las tendencias a las crisis de raíz económica, no solo se vean modificadas y absorbidas administrativamente, sino se vean desplazadas al sistema de acción administrativa, como crisis oscilantes según Offe.[45] Por lo que el estado requiere una legitimación política y una legalidad social.
El Estado en el neoliberalismo no se escapa a sus propios límites y contradicciones en su intento de dejar en la esfera de lo privado la generación de la riqueza y su distribución, lo cual significa una drástica contracción de su participación en la economía y en la prestación de servicios públicos, cuyo trasfondo es el cambio de régimen de acumulación, que afecta la organización del proceso productivo, de cara a la reinserción en el mercado mundial y al incremento de la productividad del trabajo y la ganancia.
El nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas es la base de los procesos y cambio de las estrategias de acumulación, como el elemento material, objetivo, en que se sustenta el Estado. El otro elemento, el subjetivo, lo constituye los conflictos de clase, ambos se expresan en el papel tan autoritario que asume el Estado.
Así, en nuestras sociedades, llámese como las quieran llamar: del conocimiento o de la información de manera eufemística, las sigue caracterizando un capitalismo cada vez más voraz y descarnado en el cual se cumple aquello que decía Marx sobre la centralización y concentración del capital, por aquellos dueños de la industria, la banca o la banca secundaria, las drogas, o los combustibles que compiten en un mercado mundial. Esos procesos materiales han generado un ambiente de desasosiego, de incertidumbre y de terror para todos aquellos que las habitamos pues los caminos de la acumulación rapaz han gestan mayores y más evidentes contradiccionesque apenas son disimuladas en esas políticas públicas que las caracterizan como niveles de pobreza.
Esto lo podemos constatar, por ejemplo en el país, se ha resentido con tal magnitud y fuerza los desequilibrios económicos producto de las medidas de política pública de tipo monetarista que hacen evidentes las contradicciones de la implementación del neoliberalismo, ahora matizado por los vaivenes del mercado mundial. Se tiene como efecto de estas medidas una crisis económica endémica, cuyos ciclos se asocian a problemas de tipo financiero, como son la continua devaluación monetaria, la caída real de los salarios y el recorte del gasto público dan cuenta del fracaso por restablecer el equilibrio fundamental; por el contrario las medidas adoptadas, unidas a la liberación comercial y la apertura financiera han causado inflación, han incrementado los desequilibrios comerciales y por sus efectos recesivos en la economía han deteriorado el balance fiscal. Asimismo, los ajustes a los precios relativos también han sido ineficaces para lograr un mejor aprovechamiento de los recursos productivos internos, por lo contrario han tenido severos efectos negativos sobre el empleo y el salario. Y esto se traduce en una pauperización de la población que vive condiciones lacerantes, caldo de cultivo para el narcotráfico.
Los cambios derivados de las recomendaciones de los Bancos Internacionales, en lo económico, se dirigen a contener la inflación, generar mayor crecimiento, superávit fiscal, saneamiento financiero gubernamental, mayor inversión extranjera, predominio de exportaciones no petroleras y Tratados de Libre Comercio. La estabilidad macroeconómica mediante la reducción del déficit fiscal y el sobreendeudamiento y la concertación entre los sectores es la base sobre la cual se finca el cambio estructural y un contexto competitivo pero en desventaja para los países que logran sobrevivir a partir de la maquila, como el nuestro.
El capitalismo, global, ha aumentado la explotación con formas colaterales de opresión, precarización y desempleo; se ha instalado en forma salvaje, con la violación de casi todos los derechos, como la salud, el trabajo o la educación, y no se diga de la seguridad social, lo que ha provocado procesos de enorme injusticia en la distribución y el consumo.[46] Las recetas impuestas desde fuera, por los Bancos Mundiales han contribuido directamente a la inestabilidad económica, pobreza y desigualdad, para muestra basta un botón, Grecia. Hay una gran masa de desocupados permanentes, trabajadores ocasionales, precarizados e informales lo que ha gestado una juventud a la cual se le arrebata su futuro, como el caso español y los últimos movimientos migratorios.
En lo político con la apertura, las privatizaciones y la desregulación dirigida desde el Estado que se reformó haciéndose más autoritario, pero que mantiene su intervención en los procesos de la acumulación de capital, como es el empleo, el financiamiento, circulación interna y el comercio exterior, al servicio del gran capital. Pues en el marco de la competencia, que dista de ser perfecta, la modificación del papel del Estado y la reproducción del subdesarrollo es un incesante proceso de reinserción de la economía nacional en la internacional. De ahí que, la puesta en práctica los resultados se encuentran muy lejanos de lo que se preveía, los impactos reales de estas políticas no se traducen en el mejoramiento de la población, sino muy al contrario en una pauperización creciente y una mayor polaridad social.
La grave contracción en el crecimiento económico y las fuertes presiones sobre el sector externo, han venido erosionando la capacidad generada de empleos. Al respecto cabe mencionar que entre 2004 y 2005 las exportaciones del país perdieron competitividad en los mercados internacionales, como lo indica el mismo Banco de México en el 2006. Así que el estancamiento económico con estabilidad monetaria ha venido caracterizando la evolución de la economía mexicana a principios del siglo XXI.
El problema del desempleo se agudiza en los jóvenes: entre 1998 y 2011 el porcentaje de desempleados en el grupo de 14 a 29 años ha sido aproximadamente 1.7 veces superior al del total de la PEA (14 años y más), y casi 3 veces mayor que la desocupación para el rango de 30 años y más. Los datos correspondientes al tercer trimestre de 2011 permiten afirmar que el problema del desempleo afecta al 5.6% de la PEA, al 3.6% en el tramo de 30 años y más.y al 9.5% en el de 14 a 29. Es decir, casi 10 de cada 100 jóvenes que forman parte de la población económicamente activa de México se encuentran en situación de desempleo.
Enesos años, se evidenció un desplome de precios del petróleo y de la paridad del peso frente al dólar, signo de una estrategia de acumulación fundada en la industria maquiladora y manufacturera de exportación que no está obligada a utilizar materias primas nacionales y escasamente a emplear técnicos y profesionales del país, incluso, no tiene obligación de reinvertir utilidades, además de que en sus procesos de producción domina el trabajo manual, como lo muestra De la Garza, el “59.64% de sus operaciones de producción las realizan con maquinaria y equipo no computarizado”[47].
En los efectos inmediatos de estas medidas económicas está el incremento en los índices de pobreza. De acuerdo a los datos oficiales del CONEVAL en el país, estimaba que en el 2006 había más de 60 millones de pobres, lo que quiere decir, que más de la mitad de la población es pobre. Este Consejo se centra en tres niveles de pobreza: la patrimonial, de capacidades y alimentaria. Es de notar que el mayor número de pobres se ubica en el nivel alimentario y de capacidades y se centra en las personas que aún viven en o del campo, mientras que de patrimonio se sitúa en las ciudades. A su vez, esto se expresa desigualmente en forma regional, las entidades con mayor porcentaje de población en situación de pobreza patrimonial se ubican en los estados de Chiapas con el 75.7%, Guerrero con 70.2% y Oaxaca con 68%.[48]Entidades federativas que son las de menor desarrollo industrial y urbano y está en proceso todo un desmantelamiento de las formas de propiedad comunal y ejidal de la tierra.
Ahora somos más desiguales, ahora estamos esclavizados por el hambre, el desempleo y el analfabetismo, además de vivir en un retorno al Estado autoritario, un mayor saqueo de los bienes públicos y de corrupción, tanto que ahora vivimos una guerra contra el narcotráfico en la que se encuentran involucrados muchos servidores públicos de diferentes niveles administrativos, pues el capital del narcotráfico ha logrado un proceso muy particular de acumulación del capital mundial. Hemos llegado a extremos de criminalizar la pobreza y la protesta social, en España, por ejemplo, con la llamada Ley mordaza, en México, con la Ley de movilidaden este sentido hay que aclarar el vínculo del proceso de acumulación con el fenómeno de la pauperización como expresión de las contradicciones de ese capitalismo rapaz y no de la maldad humana o de la ausencia de capacidades personales,como se quiere presentar.
La forma política autoritaria ha tomadocomo insignia de democracia y la legalidad, la lucha por la alternancia en el poder que se preocupa más por arribar a negociaciones en lo obscurito entre los partidos que en antaño eran opositores, que un verdadero proceso de democratización y participación ciudadana.
Sucintamente, este es el camino por dondeel Estado se ha vaciado de contenido público, incluso en términos liberales. Esto es lo que caracteriza el proyecto social que no responde a las enormes necesidades de subsistencia y de trabajo de las mayorías y que se debate en una guerra que no tiene solución pues se encuentra enredado en sus propias contradicciones, como Estado, entre el proceso de acumulación y la lucha por el poder y su reproducción.
Finalmente.
Por lo que concluimos: la política había degenerado en mera contemplación, como miseria, involución escandalosa en un mundo cuyos signos de barbarie e irracionalidad, no podían haber pasado desapercibidos para uno de los grandes hombres de la filosofía política: Marx, de allí que la teoría es irreemplazable para evitar un infeliz desenlace de la propia sociedad o del mismo hombre. Sin embargo, la filosofía no se liquida, sino que se recupera como praxis, para convertirla en el arma de la desideologización contra las miserias materiales e ideológicas que mantiene el capitalismo y su Estado que reproduce estos males.
En este sentido, el giro que produce Marx y Horkheimeren la comprensión del Estado autoritario, es que éste no constituye algo separado del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de producción, es más bien la forma que adopta la sociedad dividida en clases sociales, de allí que el Estado no está por encima de la sociedad, ni garantiza la realización de la razón, la libertad, la igualdad y la justicia, pues se encarga de asegurar los mecanismos de la acumulación de capital y de mantener la condición enajenada del trabajo.
Pero el aporte más importante y decisivo de Marx a la filosofía política se encuentra en la reivindicación de la utopía. Pues no se trata de interpretar el mundo sino de transformarlo, parafraseando la Tesis Onceava sobre Feuerbach, se trata de cambiarlo en una dirección congruente con un proyecto que tenga como base material la buena sociedad; crítico implacable de lo existente, delinea los contornos de una buena sociedad, de un Estado justo, adscrito a la idea ética en la sociedad, sin Estado, sin clases, la cual sólo sería posible suprimiendo la base de toda explotación y desigualdad: la propiedad privada sobre los medios de producción, esa es la utopía de una vida buena.
Esa utopía que emerge de las mismas tendencias de desarrollo de las fuerzas productivas y que tienda a una progresiva socialización de la riqueza social que en lo posible se encamine hacia una igualdad material, al ejercicio de la libertad llamada a garantizar la autonomía del sujeto frente al Estado y de la libertad llamada a permitir la participación activa del individuo en la vida política, pero que se garantice normativamente y de facto el disfrute de los derechos sociales al trabajo, educación salud, en un uso cooperativo en el espacio público con el fin de dilucidar qué sea lo justo o bueno para todos; en oposición de los procesos de concentración y centralización del capital y el poder, a una propuesta de eliminación de las violencias que existen en las formas de comunicación y que impiden la realización de la razón, por lo tanto de una sociedad fundada en un consenso racionalmente motivado en hombres y mujeres nuevos.
O bien como dice Horkheimer, son dos factores contrapuestosque habría que considerar, el tránsito hacia el control estatal y la liberación de este control, se incluyen como una misma cosa en este concepto de la transformación social.[49]
Referencias
[1] Marx, Karl. El dieciocho brumario de Luis Bonaparte. Obras Escogidas. Moscú. Editorial Progreso. s/f
[2] Marx, Karl. La Ideología Alemana. Ediciones Cultura Popular.1México, 976, p. 50.
[3]Horkheimer, Max. “Autoridad y familia” en Teoría Crítica.Amorrortu. Argentina, 1998. pp.82 y 83.
[4]Marx, Karl. La Ideología Alemana. Ediciones Cultura Popular.1México, 976, p51.
[5]Horkheimer, Max. “Autoridad y familia” en Teoría Crítica. Amorrortu. Argentina, 1998. pp. 99-100
[6] Lenin. El Estado y la Revolución. Obras escogidas. Moscú. Editorial Progreso. 1980. p. 293.
[7]Habermas, Jürgen. Teoría y Praxis. México. REI. 1993, p. 88 y 89.
[8] Marx, Karl. Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel. Edic. Biblioteca nueva. Madrid, 2002, p. 22
[9] Ibíd., p.69.
[10]Horkheimer, Max. El Estado autoritario. EditorialItaca. México, D.F. 1a. Edición, 2006, pp. 42 y 43.
[11] Rubio Carracedo, José. Paradigmas de la política. Del estado justo al estado legítimo. Barcelona. Anthropos. 1990, p. 48.
[12] Cfr. Ciriza Alejandra. “A propósito de Jean Jaques Rousseau. Contrato, educación y subjetividad.” En Boron, Atilio A. (compilador) La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx. Buenos Aires. CLACSO. 2003, pp. 79 y 83.
[13]Rossi, Miguel. “Aproximaciones al pensamiento político de Immanuel Kant” en Boron, Atilio A. (compilador) La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx. Buenos Aires. CLACSO, p. 194.
[14] Cfr. Horkheimer, Max. “Autoridad y familia” en Teoría Crítica. Amorrortu. Argentina, 1998. pp. 105 y 113.
[15] Ibíd., pp. 117 y 118.
[16]Habermas, Jürgen. Teoría y Praxis. México. REI. 1993, pp. 124 y 125.
[17]Horkheimer, Max. Estado Autoritario. presentación de Bolívar Echeverría. Editorial Ítaca. México, D.F. 1a. Edición, 2006, p. 44.
[18] Rubio Carracedo, José. Paradigmas de la política. Del estado justo al estado legítimo. Barcelona. Anthropos. 1990, pp. 124 y 125.
[19]Horkheimer, Max. “Autoridad y familia” en Teoría Crítica.Amorrortu. Argentina, 1998,pp. 123 y 124.
[20] Ibíd., p. 125.
[21]Ibíd., p. 129.
[22] Engels, F. El Origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado. Obras Escogidas. Moscú. Editorial Progreso. s/f, p. 606.
[23] Cfr. Gramsci, Antonio. La política y el Estado Moderno. México. Fontamara. 2002, 1ª reimpresión. pp. 13-21.
[24]Boron, Atilio A. “Filosofía política y crítica de la sociedad burguesa: el legado teórico de Karl Marx. La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx. Buenos Aires. CLACSO. 2003, pp. 312 y 313.
[25] Marx, Carlos. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Obras Escogidas. Moscú. Editorial Progreso. s/f p. 170.
[26] Engels citado en Lenin. El Estado y la Revolución. Obras escogidas. Moscú. Editorial Progreso. 1980, p. 322.
[27]Horkheimer, Max. Estado Autoritario. presentación de Bolívar Echeverría. Editorial Ítaca. México, D.F. 1a. Edición, 2006, pp. 15, 16 y 18.
[28]Habermas, Jürgen. Historia y crítica de la opinión pública., Editorial Gustavo Gili. Barcelona, 1981, p. 115.
[29]Horkheimer, Max. Estado Autoritario. Editorial Ítaca. México, D.F. 1a. Edición, 2006, pp. 30 y 32.
[30] Cfr. Guevara González, Iris. Política educativa y reproducción de la fuerza de trabajo en México. 1970-1988. Cuadernos de Economía. Instituto de Investigaciones Económicas. UNAM. México, 1993. p.9.
[31] Cfr. Habermas, Jürgen. Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Amorrortu. Buenos Aires, 1975. pp. 70 y 72.
[32]Ibid. pp. 53, 73 y 74.
[33] García Pelayo, Manuel. Las transformaciones del estado contemporáneo. Alianza Universidad. Madrid, 1993. p.18.
[34] Cfr. Ibid. p. 37. y Jessop, Bob. "Estrategias de acumulación, formas de estado y proyectos hegemónicos" en Estudios Políticos. Neoliberalismo y bienestar Social. Vol. 5 No. 3 y 4 México julio-diciembre, 1986, p. 9.
[35]Habermas, Jürgen. Teoría de la Acción Comunicativa. II. Crítica de la Razón Funcionalista. Edit. Taurus. Buenos Aires. 1990. pp. 491, 492 y 495.
[36] Keynes, John. Teoría general. citado en Negri, Antonio. "John M. Keynes y la teoría capitalista del Estado en el 29". Estudios Políticos. Vol.5 No. 3 y 4. jul-dic 1986. p.30.
[37] Pérez, Germán y Mirón, Rosa María. "Keynes: racionalidad y crisis en el estado contemporáneo" en Estudios Políticos Neoliberalismo y Bienestar Social. Vol. 5 No. 3 y 4. México, jul-dic. 1986. p. 37.
[38]Habermas, Jürgen. Problemas de Legitimación del Capitalismo Tardío. Amorrortu. Buenos Aires, 1975, p.38.
[39] Moreno, Pedro H. "Elaboración de la política social y transformación del Estado", en Canto Chac, Manuel y Salazar Moreno, Pedro (Comp.). Reforma del Estado y políticas sociales. México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 1994, pp. 111-113. "Gobierno, poder central organizado que dispone de un cuadro administrativo, por rudimentario que éste fuera, de una alimentación por impuestos y tributos y de una judicatura que hace que se obedezcan los mandatos". en Habermas, Jürgen. Teoría de la Acción Comunicativa II. op. cit. p. 240.
[40]Horkheimer, Max. “Autoridad y Familia” en Teoría Crítica“. Amorrortu. Argentina, 1998. p. 98.
[41]Cfr.Horkheimer, Max. Estado Autoritario. Editorial Ítaca. México, D.F. 1a. Edición, 2006, pp. 33, 34, 45, 47,y 48
[42]Horkheimer, Max. Estado Autoritario. presentación de Bolívar Echeverría. Editorial Ítaca. México, D.F. 1a. Edición, 2006, pp. 49, 50 y 52.
[43] Cfr. Ibíd., pp. 63-69.
[44] Cfr. Braverman, Harry. Trabajo y capital monopolista. (Trad. Gerardo Dávila). México, Nuestro Tiempo, 1978, pp. 327-333.
[45] Citado en Ibid. p. 486.
[46] Para 2007 el 10% de las personas con menores ingresos corrientes concentraban el 1.6% de los ingresos corrientes totales, mientras que el 10% de las personas con mayores ingresos del país acumulaban el 39.3% de los ingresos totales corrientes. CONEVAL, informe 3 de agosto del 2007.
[47]Cfr. Decreto para el fomento de la industria manufacturera, maquiladora y de servicios de exportación. D.O.F. 01 de noviembre de 2006; y De la Garza Toledo, Enrique (Coord.) Modelos de producción en la maquila de exportación: la crisis del toyotismo precario. México, Plaza y Valdés, 2005, p. 176.
[48]Coneval. Reporte de las cifras de pobreza por ingresos 2006. www.coneval.gob.mx. Citado en AzizNassif, Alberto y Jorge Alonso. México una democracia vulnerada. Ciesas/Porrúa. México, 2009. pp. 103 y 104.
[49]Horkheimer, Max. Estado Autoritario. presentación de Bolívar Echeverría. Editorial Ítaca. México, D.F. 1a. Edición, 2006, p. 60.