Estudio exploratorio:
Percepción social de feminicidio
M.en PC. Claudia Roció Bueno Castro
Universidad de Ixtlahuaca CUI Facultad de criminología
ARTÍCULOS
INTRODUCCIÓN
La presente Investigación tiene la finalidad de abordar la temática de feminicidio y la violencia feminicida que, si bien el erradicarla por el momento sería casi imposible, al tener su génesis en el tejido social, en las creencias y roles de género, es necesario trabajar en la modificación de las prácticas socioculturales que favorecen las dinámicas de violencia hacia la mujer, a partir de diagnósticos y programas de prevención, como lo señala la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
En ese orden de ideas en el desarrollo del reporte se aborda el marco legislativo que permite identificar por qué y cuándo se tipificó como delito el feminicidio, posteriormente se mencionan datos estadísticos que permiten identificar la relevancia del problema, para dar paso al apartado de conceptos en el cual se aborda en el marco jurídico y teórico, que identifican tanto las características como el argumento de porqué se presenta, para posteriormente hablar brevemente del método, los resultados y conclusiones.
La información presentada es el primer diagnóstico de la percepción social del feminicidio, en personas de tres localidades y Entidades Federativas, lo cual es la fase exploratoria de un estudio que posteriormente se realizará en universitarios para la estructuración de un programa que permita intervenir en los simbolismos referentes a la violencia hacia la mujer.
MARCO LEGAL
La Criminología al ser una ciencia social, le interesa conocer los factores que intervienen en los conflictos sociales, como la muerte de mujeres “por ser mujeres”, que si bien no es una práctica reciente, sino generacional; a partir de las mujeres maquiladoras en Ciudad Juárez, muertas a manos de hombres, se dio paso a entrever la problemática en el país; ello permitió identificar estadísticas que dieran un panorama del problema. Sin embargo, ha sido necesario delimitar el concepto de “Feminicidio”, para no caer en sobrevaloración o infravaloración. Es decir es un tema de interés que se está visibilizando a través de la difusión, tanto de cifras como de historias, en los medios de comunicación, aunado a las estadísticas institucionales y de ONGs, pasando a ser un punto de referencia para el Estado, específicamente del aparato legislativo al crear o modificar las leyes.
Lo anterior se cristaliza en el marco normativo de abordaje del feminicidio, en primer lugar se tiene el antecedente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su sentencia “Campo algodonero” versus México definió a los feminicidios “como los homicidios de mujeres por razones de género, considerando que estos se dan como resultado de una situación estructural y de un fenómeno social y cultural enraizado en las costumbres y mentalidades y que estas situaciones de violencia están fundamentadas en una cultura de violencia y discriminación basada en el género” (Reforma del Artículo 325, 2017, p.1), dando pie a que se tipificado en el Código Penal Federal en el Capítulo V, artículo 325, el 10 de octubre del 2017 (Reforma del Artículo 325, 2017, p.3), por otras parte en el Estado de México el 22 de enero del 2014, adicionada mediante el decreto número 196 de la LVII legislatura publicada en la Gaceta de Gobierno(18 de marzo del 2011), el artículo de feminicidio, sin embargo en la Gaceta del 14 de marzo del 2016 es derogado (Código Penal del Estado de México, 2018, p.78).
En el estado de Sinaloa en fecha abril del 2012, bajo el decreto número 515, se reforma, adiciona y deroga los Códigos Penal y Civil a partir de la “Ley para prevenir y atender la violencia intrafamiliar y la ley de acceso a las mujeres a una vida libre de violencia”; en el Capítulo I Bis, Artículo 134 Bis, se tipifica el delito de Feminicidio (Estado de Sinaloa, 2012); y en Jalisco la última reforma publicada en el periódico oficial (del primero de Diciembre del 2015), en el Título Décimo sexto adiciona los Delitos contra la vida e integridad corporal y en el Capítulo X, adiciona el delito de Feminicidio (el 22 de septiembre del 2012) (Código Penal para el Estado Libre y Soberano de Jalisco, 2017, p.28, 30); lo anterior permite vislumbrar parte de la conceptualización jurídica del tema.
Aunado a lo anterior en la Ley General de Acceso de las Mujeres a Una vida Libre de Violencia (Diario Oficial de la Federación, 2007), en la cual en el Título III, Capítulo II, Art. 38., fracción segunda se hace énfasis en la necesidad de la “transformación de modelos socioculturales, con la finalidad de prevenir, erradicar las conductas estereotipadas que permiten, fomentan y toleran la violencia contra la mujer”; estableciendo como una de sus estrategias en la fracción sexta el “fomentar y apoyar programas de educación pública y privada para concientizar a las personas de la violencia contra la mujer” y en la fracción novena se identifica la relevancia de la “investigación y elaboración de diagnósticos estadísticos sobre las causas, la frecuencia y las consecuencias de la violencia contra las mujeres”.
Como se puede observar, se ha legislado e implementado una serie de estatutos para la prevención y sin embargo el Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS), hacen la observación de lo complicado que es identificar la cifra real de feminicidios, así como el diferenciar éstos del homicidio, independientemente de la existencia de lineamientos jurídicos y conceptuales, que si bien son tomados en cuenta por las instancias federativas al tipificar, en ocasiones son insufiesientes para las otras instituciones, ello ocasiona la sobre valorización o infravaloración de la problemática (Sistema Nacional de Salud, 2014).
ESTADÍSTICAS
Por lo que seriere a las estadísticas, el Sistema Nacional de Salud, (2014), reportó que del 2006 al 2012, fueron 13,606 mujeres asesinadas, resaltado de las relaciones de inequidad y estructura de violencia dentro de los hogares, prueba de ello es que una de cada dos mujeres mueren en su hogar, la forma de quitarles la vida es a través del ahorcamiento, ahogarlas, a golpes, heridas con arma blanca (instrumento cortante) o por medio del veneno. De acuerdo a INEGI (2017) fueron asesinadas 22 mil 482 mujeres en las 32 entidades del país, del 2007 al 2016, es decir, en promedio, cada cuatro horas ocurrió la muerte violenta de una niña, joven o mujer adulta. Las causas fueron por mutilación, asfixia, ahogamiento, ahorcamiento o bien degolladas, quemadas, apuñaladas o por impactos de bala.
Asimismo señaló que las carpetas de investigación por homicidios violentos que iniciaron los Ministerios Públicos de las Fiscalías y Procuradurías estatales pasaron de mil 83 en 2007 a dos mil 735 en 2016, lo que representa un incremento del 52%, asimismo del 2015 al 2017, se tuvieron en México 1,640 casos, ocupado el Estado de Sinaloa el primer lugar (Animal Politico, 2018).
Como se mencionó previamente no todas las muertes violentas de las mujeres son feminicidios, por tal motivo se consultó la información de la Secretaría de Gobernación (2018), en tres rubros, feminicidios, homicidios y lesiones dolosas en contra de la mujer, identificando durante el 2017, lo siguiente:
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El delito de feminicidio y de homicidios dolosos representaron el 0.04% y el 1.37% (respectivamente).
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El Estado de México ocupó el primer lugar en homicidios y lesiones dolosas en contra de la mujer con 301 y 5,136 casos respectivamente.
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Sinaloa tuvo la incidencia más alta y el Estado de México ocupó el cuarto lugar con 82 casos con respecto al feminicidio.
De acuerdo a las estadísticas de enero – marzo 2018, la Secretaría de Gobernación (2018b) reportó:
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De las denuncias recibidas el 0.4% era por feminicidio, el 48% de homicidio doloso.
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Los estados de Guanajuato (85 casos) y Estado de México (73 casos) ocupan primer y segundo lugar respectivamente de incidencia.
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Referente a las presuntas víctimas de feminicidio son Nuevo León (18 casos) y Veracruz (15 casos), los primeros lugares.
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El Estado de México (12 casos) ocupó el quinto lugar en feminicidios, pero en el delito de lesiones dolosas fue el primero (3,439 casos).
Otro estudio de interés sobre la violencia feminicida en México, es el realizado por la Secretaría de Gobernación con INMUJERES y ONU Mujeres, en el cual por entidades federativas se identificó las estadísticas de 1985 a 2016, de las diversas manifestaciones de violencia hacia la mujer, de dicho estudio se menciona sólo algunos datos del último año reportado, por ejemplo que el rango de edad en el que se tuvo un mayor número de fallecimientos fue de 15 a 44 años y principalmente de 20 a 34 años:
Tabla 1. Porcentaje defunciones femeninas con presunción de homicidio en el 2016
Fuente: Elaboración propia con datos reportados por la Secretaría de Gobernación, INMUJERES; ONU MUJERES (2017).
Con base en lo identificado por la Secretaría de Gobernación (2017), las mujeres mayores de 18 años son en las que existe mayor incidencia de feminicidios y es interesante de acuerdo a lo reportado por el estudio realizado por la ONU, al mencionar que en el mundo se estima que “de las 87,000 mujeres que fueron asesinadas globalmente en el 2017, más de la mitad (50,000-58) por ciento fueron matadas por sus parejas o miembros familiares. Lo que quiere decir que 137 mujeres alrededor del mundo son asesinadas por un miembro de su familia. Más de un tercio (30,000) de las mujeres asesinadas en el 2017 fueron exterminadas por su actual o ex pareja” (ONU 2018, párr.3).
Las cifras mencionadas marcan en números, lo necesario que es estudiar el tema, sin embargo en ocasiones al abordar el tema se corre el riesgo en centrarse en las cifras y no se alcanza a visualizar el impacto individual, familiar, social, económico y político.
CONCEPTO
Al revisar las definiciones y forma de conceptualizar el feminicidio, se pueden distinguir el aspecto jurídico y el teórico (crítico). Referente al primero, en México se encuentra tipificado como delito dentro del Código Penal Federal en el artículo 325, algunos de sus criterios son: cuando la víctima presenta signos de violencia sexual de cualquier tipo; se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia; existan antecedentes o datos de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar, del sujeto activo en contra de la víctima; el cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público; entre otras.
Sin embargo, se podría cuestionar entre feminicidio y el homicidio doloso en contra de la mujer, pues con respecto a ello el Instituto Nacional de Mujeres (2011) indica que el homicidio es un tipo penal básico cuyo bien jurídico tutelado es la vida. Al ser un tipo básico, no requiere acreditar calidad en el sujeto pasivo; ni en el sujeto activo.
Asimismo, no requiere la existencia de circunstancias particular es de modo, tiempo, y lugar; ni medios comisivos específicos, mientras que en el feminicidio si se deben acreditar los aspectos mencionados en el párrafo anterior, y ante la ignorancia o falta de información (no refiriéndose precisamente a los operadores de justicia), puede llevar a la confusión e inadecuado abordaje.
En el ámbito teórico Arteaga y Valdés (2010), retoman el objetivo del feminicidio el cual en sus palabras “es cuestionar el orden social emergente que anuncia el continuo declive de la tradicional posición de dominio y poder de los hombres frente a las mujeres” (p.7) y es una forma de preservar las estructuras, de las prácticas dominantes siendo un reflejo de la violencia estructural, e identifican que la forma en que se da el homicidio de las mujeres por cuestiones de género no debe interpretarse como consecuencia de la “locura irracional y salvajismo de ciertos “enfermos” ni como consecuencia de un “comportamiento irresponsable y de alto riesgo por parte de las mujeres” (p.8). Debiendo considerarse como una relación entre los autores reflejada en la forma de “crueldad”, que a la vez tiene una significativa carga simbólica encaminada a causar dolor y destruir a la mujer y su sexualidad, identificando que las “mujeres con una mayor independencia sobre el sentido y uso de su vida, cuerpo y sexualidad son las más propensas a ser víctima de violencia asesina por parte de los hombres” (pp. 29-30).
Por otra parte, Olamendi (2016) señala que en América Latina fue la mexicana Marcela Lagarde quien diferencia el termino feminicidio y femicidio en donde el primero se hace alusión a la responsabilidad del Estado por la imposibilidad de dicho fenómeno y el segundo como asesinato a mujeres, asimismo el CEVI (Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento para la Implementación de la Convención de Belém do Pará) define el feminicidio como:
La muerte violenta de mujeres por razones de género, ya sea que tenga lugar dentro de la familia, unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal; en la comunidad, por parte de cualquier persona, o que sea perpetrada o tolerada por el Estado y sus agentes, por acción u omisión (p.27).
Otra definición es la proporcionada por Diana Russell y Jane Caputi (en Toledo, 2009), quienes la definen como “la forma más extrema de terrorismo sexista, motivada por odio, desprecio, placer o sentimiento de propiedad sobre las mujeres” (p. 24), y tiene tantas caras dentro de la sociedad, puesto que de acuerdo a Toledo no únicamente puede manifestarse a través de una acción, sino también por medio de una omisión.
Moremp y Lizárraga (2017, p.10), quienes identifican como características el hecho que es perpetrado principalmente por hombres y ocasionalmente pueden ser también mujeres, no obstante “La mayoría de los feminicidios son cometidos por una pareja actual o anterior de la víctima e incluyen maltrato repetido en el hogar, amenazas o intimidación, violencia sexual”, asimismo mencionan el concepto de violencia feminicida, identificada como:
La forma extrema de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos en los ámbitos público y privado, está conformada por el conjunto de conductas misóginas-maltrato y violencia física, psicológica, sexual, educativa, laboral, económica, patrimonial, familiar, comunitaria, institucional –que conllevan impunidad social y del Estado y, al colocar a las mujeres en riesgo e indefensión, pueden culminar en el homicidio o su tentativa, y en otras formas de muerte violenta de las niñas y las mujeres: accidentes, suicidios y muertes evitables derivadas de la inseguridad, la desatención y la exclusión del desarrollo y la democracia (p13).
Habrá que decir también, que de acuerdo al Sistema Nacional de Salud (2014), la sociedad tiene una respuesta ambigua, por una parte suele verlo como un acto resultado de la enfermedad del autor o la responsabilidad de la mujer, asimismo se identifica como un tema resultado de la problemática actual, sin embargo es una problemática de generaciones atrás, en la cual se consideraba a la mujer y a los hijos como propiedad del patriarca y por ende podía hacer con ellos lo que él decidiera, incluso matarlos, sin que el resto de la sociedad lo cuestionara, salvo en casos excepcionales relacionados con los usos y costumbres, más que con el respeto a la mujer y a los hijos (Breval, 2016, Hercovich, 1997).
SIMBOLISMOS
Acerca de la violencia simbólica es un término acuñado por Pierre Bourdieu (2000) quien menciona que es un tipo de violencia tan sutil que suele pasar desapercibida debido que ésta se normaliza, de esta forma se vuelve peligrosa pues no es como la violencia física que deja huella o marcas en el cuerpo y por lo tanto las personas en este caso las mujeres no se sienten ofendidas o agredidas.
Otra definición de violencia simbólica es la que ofrece Martínez (2001), al mencionar que este tipo de violencia “está constituida por la emisión de mensajes, iconos o signos que transmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad y discriminación que naturalizan o justifican la subordinación y la violencia contra las mujeres en las sociedades” (p.1), es decir, está de la mano con la cultura y formas de pensamiento arraigados dentro de una sociedad, que como bien menciona Martínez (2001) trasmiten la dominación masculina sobre la mujer, a través de los estereotipos y roles de género, los cuales son apropiados no solo por los hombres sino también por las mujeres.
El otro concepto que se relaciona y es fundamental en el estudio es percepción social, la cual es la “conceptualización individual o colectiva, tácita o explícita, consciente o inconsciente, se realiza en el tejido social de la vida cotidiana. Su producto resultante es una construcción simbólica, culturalmente variable” (Tavella, 2007, p.69).
Por ende se explica que los sujetos le dan significado a las cosas de acuerdo a lo que les ha enseñado su entorno. En el caso de la violencia de género, así como en el de feminicidio, se encuentra un pensamiento machista arraigado dentro de la sociedad, y una naturalización de la violencia que al conjuntarse el aspecto simbólico con la práctica e interacciones cotidianas invisibiliza la violencia hacia la mujer y perpetuando la violencia estructural.
MÉTODO
El objetivo de esta primera fase de la investigación es identificar la percepción social de feminicidio en personas de comunidades de tres Entidades Federativas, a partir de la aplicación de redes semánticas naturales y un cuestionario semiestructurado. El estudio es de tipo exploratorio con un diseño fenomenológico.
Se aplicaron las técnicas a un grupo de 65 participantes, es decir 33 mujeres y 32 hombres, con edades de 18 a 30 años, que aceptaron participar, de la ciudad de Sinaloa, de Guadalajara y de Ixtlahuaca, Estado de México (los aplicadores fueron estudiantes del programa Delfín).
RESULTADOS Y ANÁLISIS PRELIMINAR
En este apartado se presentan las percepciones sociales referentes a feminicidio, características de la víctima, características del agresor, factores y consecuencias, así como de las medidas de prevención.
Con base en la red semántica natural los hombres conceptualizan al feminicidio como muerte, mujer, violencia, maltrato, homicidio, machismo, agresión, impunidad, abuso sexual (violación) y desigualdad; asimismo las mujeres lo identifican principalmente como muerte, violencia, mujer, maltrato, impunidad, abuso sexual (violación), machismo, golpes, discriminación y cobardía. Con base en ello se puede identificar que los y las participantes tienen la idea de qué es el feminicidio tanto en lo citado por el Código Penal Federal como por lo referido por Arteaga y Valdés (2010), entre otros investigadores mencionados en el presente artículo. Siendo un acto que implica la muerte de la mujer, como una manifestación de violencia en el cual existe humillación, en algunos casos abuso sexual, resultado de una cultura machista, de desigualdad y en ocasiones impunidad.
Por otra parte, los hombres perciben a las víctimas de feminicidio como mujeres maltratadas por su pareja o bien tienen una discapacidad física o mental, emocionalmente son tímidas, inseguras, tristes, deprimidas, temerosas, desconfiadas o bien obstinadas, pero lo anterior contrasta con el hecho de que también las conceptualizan como prostitutas, irrespetuosas, coquetas, andan con varios, de carácter libre y antimoral, consumen drogas, con vestimenta provocativa. Referente a las respuestas de las participantes, perciben a las víctimas de feminicidio como bonitas, menores de edad, son vulnerables y sometidas; emocionalmente con baja autoestima, inseguras, tímidas, con temor, solitarias, codependientes, asustadizas, impotentes, se dejan llevar creyendo tener una vida mejor, justifican la violencia, viven maltrato físico, referente a su comportamiento son tontas, dejadas, solas, sumisas, débiles, realizan actividades en lugares peligrosos o con pocas personas, suelen andar solas, cerradas ante gente nueva, la mayoría de las veces son mujeres que tienen alguna relación con el narcotráfico. Lo mencionado por los y las participantes coincide con lo referido tanto por Moremp y Lizárraga (2017, p.10), por la Secretaría de Gobernación (2017) al atribuir cierta responsabilidad a las víctimas de ser violentadas.
Referente a la percepción social de quién comete el feminicidio los participantes no le atribuyen características físicas, incluyendo en esto el posible sexo de él o la agresora, no obstantes el sexo se identifica al mencionar que son machistas, celosos, con trastorno mental o psicológico reflejado pensamientos de malicia, agrado por causar dolor, temor de ser lastimados o se encuentran presionados económicamente; son poco tolerantes, ello ocasiona que reaccionen de forma impulsiva, egoísta, abusivos, controladores, violentos, alcohólicos, adictos, narcotraficantes y no tuvieron educación familiar. Mientras que las participantes perciben al agresor como un hombre con fuerza, que presenta resentimiento hacia las mujeres, machista, celoso, con falta de valores, con padecimiento mental o psicológico, como sociopatía, psicopatía, con sentimientos de superioridad, por ello actúan de forma intimidante, son drogadictos, alcohólicos, delincuentes, irrespetuosos, violentos, coinciden con los participantes masculinos en que los agresores tienen problemas familiares desde la niñez. En síntesis, se percibe con características negativas no reflexivas, así como manifestaciones del dominio masculino y de una cultura machista como lo refiere Arteaga y Valdés (2010), idea que compartieron en su momento Russell y Caputi (1990, en Laurenzo 2012) definiendo al feminicidio como el “asesinato de las mujeres por parte de los hombres motivado por el desprecio, el odio, el placer o el sentimiento de propiedad sobre ellas. No obstante se debe resaltar que si bien de acuerdo a las estadísticas los hombres son los principales agresores, también algunas mujeres cometen este acto, lo que lleva a constatar que el feminicidio es violencia más allá del sexo; siendo un aspecto a considerar para poder aproximarnos más a su comprensión.
Con respecto al espacio en el cual se puede llevar a cabo el feminicidio los hombres dieron énfasis a los espacios públicos como; la calle, bares, lugares solitarios, baldíos, en el monte, mencionando que puede ser tanto en la ciudad como en zonas rurales o con mayor delincuencia y referente a espacios privados fue la casa y la escuela. En las participantes también enfatizaron los espacios públicos y abiertos como en la calle, lugares solos como callejones y campos, baldíos, milpas, carreteras desoladas y barrancos, zonas marginadas, ciudades, en la periferia de espacios pobres, lugares poblados con alta inseguridad e incidencia de narcos y de trata de personas; referente a los espacios privados y cerrados mencionaron en la casa de la víctima y en la escuela. Como se puede observar su percepción les lleva a pensar que existe mayor seguridad en su hogar, no obstante de acuerdo a las estadísticas identificadas por el estudio realizado por ONU MUJERES (2017), es el hogar y el municipio en el que radican, los espacios en los que frecuentemente se les victimice, ello implica que los lugares en los que las mujeres se sienten seguras, son los espacios de mayor vulnerabilidad y por ende de victimización, creando nuevamente la paradoja de lo privado y lo público, es decir el derecho a la privacidad (en cuestión de vigilancia – cuidado) y la necesidad de protección de la sociedad y del Estado.
La siguiente categoría de estudio fue los factores que favorecen el feminicidio, los resultados permitieron identificar tres categorías: a) Referente a las víctimas, los hombres consideraron que son las mujeres vulnerables, sin la capacidad de poner límites a la pareja o con quienes interactúan, son abandonadas, no obedecen, traicionan o por la forma de vestir, mientras que para las mujeres es principalmente la forma de vestir de la mujer, por hacer enojar al hombre o discutir por todo, el no hablar sobre la violencia que vive. b) Factores situacionales, los participantes consideran que son la presencia de celos, venganza, del machismo, inadecuada educación, enfermedades emocionales, para las mujeres son la cultura e ideas machistas, la falta de valores, las adicciones, por situaciones de género se sobaja a la mujer, así como la indiferencia ante problemas sociales. c) Factores referentes al agresor, los participantes consideraron que era el aspecto emocional como los celos, sentimientos de soledad, ante el sentirse rechazados, deseo de sentirse importante, Con problemas de alcoholismo o drogadicción, Tener ideas machistas y misóginas, llevando a pensar que la mujer tiene menos valor, o bien identifican la oportunidad al ver a personas solas e indefensas. Finalmente para las participantes consideran que la finalidad del feminicidio es el sexo, el agresor tiene poder sobre la víctima, por celos y deseos de querer dañar a la persona; en la presente categoría se identifica con mayor claridad la violencia simbólica Bourdieu (2000), ya que no es percibida por los participantes sin embargo se culpa a la mujer de ser víctima validando el discurso machista y cumpliendo o sustentando el objetivo del feminicidio mencionado por Arteaga y Valdés (2010), es decir dicha acción es la manifestación ante el cuestionamiento del “orden social emergente que anuncia el continuo declive de la tradicional posición de dominio y poder de los hombres frente a las mujeres” (p.7) y con ello es un intento por preservar la ideología y prácticas machistas.
La percepción social de las consecuencias del feminicidio para los hombres (agresores) son tanto problemas legales, como psicológicos, referente a las consecuencias en la familia consideraron daño psicológico, desintegración, preocupación, dolor, inseguridad, miedo de estar solos, de ser acosados, tratan de localizar a la víctima, o desean tomar justicia por mano propia. Las consecuencias sociales se refieren a que generar violencia, rencor, deseo de venganza, indignación, miedo, sensación de inseguridad en la calle y niños huérfanos. Las participantes refirieron que algunas mujeres pierden el valor de hablar, consideran a la sociedad es cómplice, al burlarse de personas con problemas. En la víctima causa la muerte (la asesinan sin piedad), o desconfianza, inseguridad y miedo, trastornos depresivos, alimentarios, críticas familiares y sociales, es humillada, sobajada. Y las consecuencias familiares implican la desintegración, dolor y sufrimiento, trauma a los niños, huérfanos y depresión, así como asombro, desolación, impotencia, miedo, problemas psicológicos, ante la pérdida de su familiar. Las de tipo social se refieren a inseguridad, incremento de la violencia por actos de impunidad, miedo de salir, la sociedad lo ve como algo normal, con indiferencia o bien ha hecho un movimiento de grandes masas, haciendo marchas y protestas en las que se busca concientizar y proteger a otras mujeres. En este sentido si bien las y los participantes abordan una amplia gama de consecuencias del feminicidio teóricamente Laurenzo (2012), hace mención que “interviene desde un punto antropológico, la anormalidad social que justifica y favorece su reiteración” (p.131), asimismo considera que el feminicidio “surge de la confluencia de diversos factores de discriminación atravesados por el género” (p132), en ese tenor Castañeda, Ravelo y Pérez (2013), refieren la necesidad de atender los derechos humanos de las mujeres así como nuevas posibilidades de sociabilidad que incluyan el exigirle al Estado el cumplimiento de salvaguardar la integridad física de la población femenina.
La última categoría abordada es prevención del feminicidio: a)Referente a la víctima, los participantes considera que la prevención dirigida a las posibles víctimas son dar terapia psicológica a mujeres que viven violencia, alentarlas a que denuncien, darle consejos para que no ande en malos pasos, ni se relacionen con personas que no sean buena influencia para su vida privada. Las mujeres deben darse a respetar, no salir solas, alejarse de personas con problemas de conducta, no fomentar el machismo, tomar precauciones ante signos de alarma y buscar apoyo. b) Referente a la institución, son dar conferencias a mujeres sobre violencia, tomar precauciones en signos de alarmas y que la víctima busque apoyo, debe haber más seguridad, policial. c) Estrategias dirigidas a los agresores son: hablar sobre las causas y consecuencias, proporcionarles una buena educación, no deberíamos relacionarnos con personas drogadictas, alcohólicos y que mantengan algún otro vicio porque son propensas a llevar acabo cualquier tipo de hecho delictivo con facilidad. Amenazarlos con el encierro en reclusión, se les debe castigar para infundir miedo, dar terapias psicológicas. Eliminar el machismo. d) Estrategias en la sociedad, tener una sociedad más igualitaria, ya que es la mayor parte de los casos, los feminicidios son causados por hombres. Que las personas dejen de alardear estos crímenes por que hacen que se haga popular y se tome con menos importancia estos temas.
En esa misma categoría las participantes refirieron como estrategias
a)Referente a la víctima, consideran que las mujeres deben alejarse de personas agresivas y no confiar en promesas falsas estar alertas a los cambios de humor, detectar rápidamente al agresor; no dejarse maltratar de ninguna manera, ni que le alce la voz, si la pareja no acepta una separación, marcar distancia lo más pronto posible; no tener contacto con esa persona, si es ex pareja, quitarle la llave de su casa; denunciar la violencia, pedir ayuda rápidamente, darle importancia a los factores que están ocurriendo; hablar con las personas indicadas y le den apoyo, no salir sola siempre avisar dónde y con quién estará, no caminar sola en lugares concurridos; debe hablar, salir y escaparse de ese lugar, aprender autodefensa.
b)Referente a la institución, implica la educación y aumento de seguridad en las calles, poner más vigilancia en las calles, patrullando y manteniendo vigilados lugares y zonas que puedan ser un foco peligroso así como campañas informativas en cuestión de género y violencia, organizaciones que identifiquen y auxilien en los procesos de denuncia y grupos de apoyo para las personas afectadas por pérdidas causadas por este delito. Buscar factores de protección que ajusten a la víctima, búsqueda de redes de apoyo. Ofrecer más oportunidades a las mujeres, investigar medidas de prevención, hablar con ellas para que tengan cuidado, dar conferencias, platicas y llevar una atención adecuada, ayudando a la víctima y separando al agresor, crear un tipo línea de ayuda. Dar asesorías a las mujeres del cuidado y las consecuencias, brindar y recibir atención integral, psicológica, asesoría para ambas partes para prevenir el feminicidio, también a la víctima terapia para que pueda y vaya conociendo el peligro, si vive con una persona de carácter fuerte, celoso y machista. Y modificando el sistema legal que sea de oficio el que se persiga, es decir una legislación más definitiva, oportuna e inmediata y que combata la impunidad; así como contar con instituciones que atiendan el problema y darles atención a los agresores, si es adicto buscar ayuda para problemas de adicción o psicológicos.
c) Estrategias dirigidas a los agresores, diseñar estrategias para la atención y prevención de la violencia, que pague con cárcel, con condenas largas (cadena perpetuas y castración) y cumplan las condenas asignadas, si tienen problemas emocionales, llevarlo legalmente a atenderlos psicológicamente, recibir atención integral, fomentando los valores de amor, respeto, paciencia, y comprensión hacia el prójimo, tolerancia hacia actitudes de los demás. Una de las participantes refirió que el agresor no se puede prevenir pues no se sabe por qué se hace.
d) Educación, en ambos casos (hombres y mujeres), se debe educar con valores y respeto hacia el género femenino, a no ver a las mujeres como objeto y solucionar el problema desde casa en la cultura (misoginia), dar un trato por igual para respetar a cualquier persona y a uno mismo, tanto para hombres como para mujeres. Asimismo dar una educación a los niños, de respeto e igualdad ante la cultura. Crear confianza y conciencia en la sociedad sobre este problema para así educar de una forma diferente e ir cambiando poco a poco la mentalidad de violencia y crear una de respeto.
e) Familia, ser estrictos en permisos y que estén informados, consideran que hace falta comunicación entre las familias, enseñar a solucionar los problemas a través del diálogo. Y otras estrategias fuerte. Tener más en cuenta cuales son algunos factores que se pueden tratar de evitar para dejar de ver a la mujer vulnerable, el emprender la concientización sobre el tema. Al respecto de estrategias de prevención el Gobierno federal implementó el “programa integral para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres 2014 – 2018, en el cual se abordó el tema desde aspectos culturales, como:
gestionar la prevención para reducir los factores de riesgo, garantizar el acceso a los servicios integral a mujeres y niñas víctimas de violencia, asegurando la calidad de los aprendizajes en la educación básica y la formación integral de todos los grupos de la población…construir una sociedad igualitaria … fortalecer la confianza ciudadana en las instituciones de Procuración de justicia… Consolidar ciudades compactas, productivas, competitivas, incluyentes y sustentables, que faciliten la movilidad y eleven la calidad de vida de sus habitantes… Fomentar la inclusión, educación, competencia y transparencia de los sistemas financiero, asegurador y de pensiones para incrementar su penetración y cobertura, a la vez que mantengan su solidez y seguridad…Generar entornos seguros y amigables de convivencia familiar y social, actividades de tiempo libre y movilidad segura para las mujeres y las niñas (Secretaría de Gobernación, 2014, pp.20-23).
Al leer los puntos anteriores que si bien no se aborda la ley en su totalidad, si se enuncian algunos aspectos de los que refieren los participantes, no obstante al revisar las estadísticas mencionadas en este documento, queda la visión de que aún queda un largo camino por recorrer en materia de prevención de la violencia de género; por otra parte se menciona el endurecimiento de las penas, sin embargo actualmente el promedio es de 30 o más años de prisión, por consiguiente ¿qué más pena se necesita?, aunado a que si la finalidad es infundir temor, se ha comprobado que el castigo no inhibe el comportamiento inadecuado o los delitos, en consecuencia si bien es una medida que se ha tomado, no ha tenido eco en la prevención.
Para concluir, se retoma lo referido por la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México al reconocer que el problema es multi-factorial y no se limita a una cultura machista, o bien puede ser que la cultura ha permeado los diferentes ámbitos de interacción de hombres y mujeres lo que origina que ya no solo se puede limitar a pensar que modificando la cultura se erradicará la violencia feminicida, al contrario he de allí la complejidad, puesto que se tiene que actuar en diferentes escenarios los cuales por su propia naturaleza no serán tan accesibles.
CONCLUSIONES PRELIMINARES
De acuerdo a la percepción social de los participantes se identifica disonancia sociocognitiva, ya que si bien en la red semántica se visualizan aspectos como impunidad, homicidio, agresión, violación, y otros adjetivos que si bien no estuvieron en el conjunto SAM, si son relevantes como: inaceptable, tortura, venganza, entre otros aspectos negativos, los cuales no responsabilizan a la víctima; que se evidencia en las respuestas dadas en los cuestionamientos se identifica ambivalencia en la conceptualización de las víctimas, es decir por una parte las ven como mujeres maltratadas vulnerables, débiles, por otro lado son mujeres que no siguen los patrones socioculturales del rol de la mujer, por ello su forma de vestir, de comportarse o sus interacciones son aspectos que las hacen vulnerables de ser víctimas de feminicidio.
Con lo anterior se identifica la violencia simbólica, ello puede traer dos aspectos como: no reconocer las estrategias más efectivas de protección hacia las mujeres, que favorezcan una educación tanto a hombres como mujeres en la equidad, respeto a la libertad, la vida y al derecho a tener una identidad, independientemente de los estereotipos sociales.
Es interesante como tanto los y las participantes reconocen a los hombres como agresores, sin embargo se sabe que también las mujeres han realizado el homicidio por cuestiones de género, ello, puede limitar el dimensionar el problema y el abordaje en la prevención, asimismo indica falta de información referente a la problemática.
Relativo a los espacios Victimógenos identificados, si bien mencionan lugares públicos, también consideran los hogares de las víctimas, lo cual al conjuntar con quién es el agresor (pareja o expareja), se convierten a los espacios privados como lugares de alto riesgo para las mujeres; pero al momento de mencionar las posibles propuestas de prevención, existe cierto conflicto ya que una de las más significativas fue incrementar la vigilancia de las autoridades en los espacios de riesgo, en ese caso ¿cómo las autoridades pueden vigilar los hogares?
En las consecuencias se resalta la percepción de inseguridad ya no solo de las mujeres, sino de la familia, generando el sentimiento de temor que lleva a restringir aún más a las mujeres y ello nuevamente conjuntándolo con las estrategias de prevención, al referir que “no deben salir solas”, “avisar a qué lugar irán” o bien “ser más estrictos con los permisos”, que si bien son con la intención de cuidar y proteger ¿qué no se estará coartando su libertad?
Las mujeres aportaron mayor información referente a las estrategias de prevención, las cuales como se mencionó en su mayoría coinciden con el programa elaborado por el Gobierno Mexicano, sin embargo al revisarlo y al considerar las estadísticas no se logró sus objetivos de “prevenir, disminuir y erradicar la violencia hacia la mujer”, lo que lleva a la necesidad de replantear las estrategias, implementar más programas y considerar la formación, capacitación y actualización de los operadores de los programas y de la población, entre otras estrategias.
Finalmente es un tema inacabado, que si bien se reconoce la violencia hacia las mujeres como un problema generacional aún queda un largo camino por recorrer para incidir en los simbolismos referentes a la mujer y a la violencia hacia ella.
AUTORA:
M. en PC. CLAUDIA ROCÍO BUENO CASTRO
UNIVERSIDAD DE IXTLAHUACA CUI
FACULTAD DE CRIMINOLOGÍA
Agradecimientos a la Mtra. Elizabeth Castañón García, a los estudiantes que realizaron el verano de investigación del Programa Delfín: Aranza Frutos Palma, Pamela López López y Pablo Alberto González Cárdenas, quienes apoyaron en la recolección datos.
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