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DN Investigación            No.4

ARTÍCULOS

Nutrición en cuidados paliativos la mejora de la calidad de vida del paciente terminal

(1) Fernanda Mejía Paredes, (2) María Guadalupe Zúñiga-Torres, (3) Marcela Sánchez-Delgado
RESUMEN

Las enfermedades crónicas no transmisibles, causadas por distintos factores y la interacción entre ellos, pueden llegar a ser incurables, progresivas y causan un daño irreversible, en muchas ocasiones llegando hasta la muerte. En los últimos meses, semanas y días de vida de un paciente terminal, los profesionales de la salud deben tratar de aliviar el dolor y el sufrimiento del paciente y de sus familiares, con los llamados cuidados paliativos, que tiene por objetivo salvaguardar la integridad del paciente y brindarle una mejor calidad de vida en su fase terminal. Dentro de los cuidados paliativos para el paciente terminal es importante mencionar la alimentación e hidratación en esta fase. En todas las culturas, el hecho de compartir el alimento tiene un profundo valor social. Además, dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento, son obras de gran peso moral en nuestra sociedad. Es por ello, que se debe tener en cuenta la decisión del paciente y de sus familiares, donde por razones religiosas o sociales podrían rechazar la alimentación artificial.

INTRODUCCIÒN

La transición epidemiológica que resulta del adecuado control de las enfermedades infecciosas, así como de una regulación de la natalidad, deviene en la inversión de una pirámide poblacional joven a una de mayor edad; además, la mala alimentación, el tabaquismo, el abuso del alcohol y el sedentarismo en la población son factores de riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles como Diabetes Mellitus tipo 2, enfermedades cardiacas, hipertensión, cáncer, enfermedades respiratorias, entre otras (Serra Valdés, et al., 2018).

 

Se sabe que las enfermedades crónicas no transmisibles se caracterizan por ser incurables, progresivas, invalidantes e irremediablemente fatales, que se encuentran inevitablemente ligadas con el dolor, el sufrimiento, el deterioro progresivo e irreversible de la calidad de vida de quien las padece y finalmente la muerte; sin embargo, no es únicamente el enfermo el que sufre los estragos de dichas enfermedades, familiares y personas que los rodean afectivamente, también sufren una alteración en sus vidas y de alguna manera comparten y les afecta ese sufrimiento y dolor; su presencia puede llevar a cualquier persona a un estado tal de sufrimiento y desesperación, que su entorno social y afectivo es dejado de lado, provocando con ello el deterioro de la calidad de su vida personal y de su condición como ser humano (Grau Abalo, 2016).

 

Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 40 millones de personas mueren anualmente por ECNT, y son las principales causas de fallecimiento, las enfermedades cardiovasculares (17.7 millones cada año), seguidas del cáncer (8.8 millones), las enfermedades respiratorias (3.9 millones) y la diabetes (1.6 millones). Estos cuatro grupos de padecimientos son responsables de más del 80% de todas las muertes prematuras por ECNT (Serra Valdés, et al., 2018); por lo tanto, los prestadores de servicios de atención a la salud, tienen que hacer frente a los problemas y complicaciones de los enfermos en situación terminal, momento en el que el objetivo de la atención médica no es –curar- al paciente, sino –cuidar- al paciente; el personal de salud debe generar acciones específicas para mitigar el dolor y los síntomas asociados a cada enfermedad que implican el sufrimiento de los pacientes y sus familias, con la finalidad de mejorar su calidad de vida; es en este contexto en el que los cuidados paliativos adquieren gran relevancia.

  • De la legislación

 

En 1990 la OMS asume la denominación general de cuidados paliativos como “el cuidado activo y total de las enfermedades que no tienen respuesta al tratamiento curativo, con el objeto de conseguir la mejor calidad de vida posible controlando los síntomas físico-psíquicos y las necesidades espirituales y sociales de los pacientes” (Bulgues Mengual, et al., 2010).

 

Cada País ha desarrollado su propia legislación respecto al tema, en México se cuenta con varios documentos legales y científicos (Cuadro 1) que tienen la finalidad de salvaguardar la integridad del paciente según sea su voluntad con la finalidad de mejorar su calidad de vida; la Guía de Práctica Clínica se enfoca más en recomendaciones basadas en evidencias científicas, para el tratamiento para aminorar el dolor y sufrimiento del paciente en situación terminal.

Cuadro 1

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En cuanto a la Ley General de Salud, es en el Título Octavo Bis -De los Cuidados Paliativos a los Enfermos en Situación Terminal-, desde el artículo 166 Bis al 166 Bis 21; donde se incluyen las Disposiciones Comunes, los Derechos de los Enfermos en Situación Terminal, las Facultades y Obligaciones de las Instituciones de Salud, y los Derechos, Facultades y Obligaciones de los Médicos y Personal Sanitario (Gobierno de México, 20-08-2009).

 

En este documento se señala que “Toda persona mayor de edad, en pleno uso de sus facultades mentales, puede, en cualquier momento e independientemente de su estado de salud, expresar su voluntad por escrito ante dos testigos, de recibir o no cualquier tratamiento, en caso de que llegase a padecer una enfermedad y estar en situación terminal y no le sea posible manifestar dicha voluntad. Dicho documento podrá́ ser revocado en cualquier momento”. El paciente tiene derecho a que se le informe de manera oportuna, comprensible y suficiente acerca de que el tratamiento curativo ya no está́ ofreciendo resultados positivos tanto para su pronóstico como para su calidad de vida, informándole y, en caso de que este así lo autorice, al tutor, representante legal, a la familia o persona de su confianza, el diagnóstico de una enfermedad en estado terminal, así como las opciones de cuidados paliativos disponibles. En caso de dudas, el paciente puede solicitar información adicional y explicaciones, mismas que deberán serle proporcionadas en la forma antes descrita. Asimismo, puede solicitar una segunda opinión (Gobierno de México, 20-08-2009).

  • Sobre el apoyo nutricio 

La alimentación es símbolo de salud y actividad. Cuando en el paciente se presenta enfermedad terminal, es frecuente que ellos y/o sus familiares refieran problemas relacionados con la comida. La elevada frecuencia de anorexia, sequedad de boca, náuseas, vómitos, sensación de repleción precoz, constipación, trastorno del gusto, dolor al tragar alimento solido o liquido (odinofagia), problemas obstructivos del tracto digestivo alto (disfagia) o bajo (suboclusiones) o infecciones orofaríngeas hace que con frecuencia los Nutriólogos deban adaptar la dieta (Urdaneta Artola, 2003).

 

Aspectos importantes dentro del tratamiento de los pacientes con cuidados paliativos son la nutrición y la hidratación. El aporte de una buena nutrición es esencial, no sólo para cubrir los requerimientos fisiológicos, sino también por el beneficio social, cultural y psicológico que conlleva para los pacientes y sus cuidadores. El soporte nutricional está destinado a corregir la falta de consumo de macro y micronutrimentos y oligoelementos, o incluso el trastorno metabólico asociado a la enfermedad, pero no es un tratamiento en sí mismo; sobre todo cuando la desnutrición está relacionada con la progresión de una enfermedad sistémica no susceptible de respuesta al tratamiento específico. Es normal que una persona cercana a su muerte se vuelva desinteresada por la comida y, en menor grado, por la ingestión de líquidos (Secretaria de Salud, 2017) (Urdaneta Artola, 2003).

 

La diferencia que tiene de la alimentación y la hidratación con otros tratamientos médicos es que en nuestra cultura tienen un significado simbólico. Dar de comer y beber es una acción humana significativa de respeto a la vida y de cuidado a nuestros semejantes (Suárez Pérez, 2006).

 

El papel del apoyo en nutrición y la hidratación dentro de los cuidados paliativos no se encuentra bien definido, debido a diferentes causas (médicas, familiares, religiosas, sociales); por lo mismo es un tema de constante discusión, y la bibliografía es contradictoria, por una parte, sabiendo que el enfoque paliativo se dirige a aminorar en lo posible los síntomas de la enfermedad, el apoyo nutricio se enfoca a la disminución de síntomas, puede ser con la ingestión de alimentos vía oral, o en caso que el paciente no tolere la vía oral, (siempre es la primera vía que debe considerarse) evaluar la pertinencia de nutrición vía enteral o endovenosa (con el uso de sondas), se ha demostrado mejoría en la sobrevida en pacientes con estado vegetativo permanente; por otra parte, también se recomienda no aconsejar la nutrición enteral o endovenosa, pues no conlleva a un aumento de peso ni a prolongar la vida, incluso se han reportado mayores complicaciones, por lo que la bibliografía recomienda que la nutrición paliativa sólo debería utilizarse en los pacientes que puedan beneficiarse de este tipo de nutrición (Suárez Pérez, 2006) (Bonadio Cunha, 2012) (Pérez-Camargo, et al., 2013).

 

Los objetivos (Cuadro 2) que se persiguen en esta etapa son comunes a todos los pacientes que requieren cuidados paliativos:

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Según Kluber- Ross (Suárez Pérez, 2006) cuantas cucharadas de sopa casera pueden hacer más bien al paciente que una infusión intravenosa suministrada en el hospital. Algunas recomendaciones de alimentación y nutrición en pacientes que toleran vía oral (Suárez Pérez, 2006):

 

  • Debe ajustarse, en lo posible, a los gustos del paciente, haciéndole participe en la elección de los platos del día.

  • Los sabores dulces y el uso adecuado de especias y condimentos favorecen la ingestión.

  • Evitar que el enfermo capte los olores fuertes. Cuando existen nauseas, el olor de los alimentos calientes puede agravar los síntomas.

  • Las carnes rojas pueden resultar más apetitosas si se sazonan antes de cocinarlas o se preparan en formas para servir frías, ya que a menudo los pacientes rechazan el sabor amargo. En lugar de carnes rojas se puede ofrecer pescado, aves o queso que son bien tolerados.

  • Se sugiere que es más importante lograr que el paciente disfrute las comidas que el cumplimiento de recomendaciones nutricionales. Se sugiere favorecer el consumo de alimentos ricos en energía y de poco volumen.

  • Los platos deben ofrecerse uno a uno, procurando no poner muchos platos en una sola comida. De esa manera se intimida menos al paciente. Se sugiere evitar los líquidos durante las comidas y cuando se utilicen elegir los ricos en energía.

  • La comida debe servirse a la temperatura que corresponde a cada plato. Los platos fríos tienen buena aceptación. Cuando hay lesiones en la cavidad oral o el esófago, los alimentos blandos y líquidos a temperatura moderada o ambiental disminuyen la disfagia.

  • Se recomienda servir porciones pequeñas y frecuentes

 

 

  • Sobre la hidratación

 

La hidratación puede realizarse por nutrición endovenosa, sin embargo, desde los 80’s se recomienda el uso de la vía subcutánea, con varias ventajas, como un mínimo de complicaciones, bajo costo, requiere menor supervisión, tiene una duración de 5 a 7 días por lo cual es ideal para el uso en el hogar y a largo plazo y se puede detener y volver a iniciar la infusión en cualquier momento; entre sus desventajas es que solo permite infusiones lentas, existe posibilidad de riesgo de sangrado en pacientes con trastornos de coagulación y edema, y reacciones locales por la infusión (Pozzoni, 2003).

 

La hidratación subcutánea también cuenta con los beneficios de dar más libertad al paciente la mayor parte del día, la posibilidad de instruir a los familiares para realizarse en su propio domicilio y el no ser necesario contar con una bomba de infusión; ésta permite diferentes tipos de administración de líquidos (Pérez-Camargo, et al., 2013):

1) 500 mL en una hora, 2 o 3 veces al día.

2) Infusión nocturna (80 mL/h).

3) Infusión continúa a una tasa de 40 a 60 mL/h.

 

La decisión acerca de la conveniencia de rehidratar o no debe centrarse más en el confort del paciente que en el objetivo de proveer una óptima nutrición e hidratación, se debe de considerar con cuidado cuales son los riesgos y beneficios de la utilización de fluidos, pues se debe de recordar que cuidado paliativo no consiste en preservación de la vida, sino en calidad de vida hasta último día de vida (Rodríguez Artavia, 2012).

 

Es importante que el personal de la salud opte por evaluar al paciente y decidir con base en ello cuál es la mejor vía de administración y sobre todo tomar en cuenta la opinión del paciente y sus familiares para evitar el método más invasivo (Palma, et al., 2011).

 

 

Aspectos éticos del apoyo de Nutrición en el paciente terminal

 

La pérdida del apetito es a menudo angustiante; los miembros de la familia se preocupan porque “el paciente no come lo suficiente”, y el paciente también puede estar preocupado (Urdaneta Artola, 2003).

 

Los temores, mitos y malentendidos a menudo ocasionados por información errónea, y se pueden abordar proporcionando al paciente, sus familiares y/o cuidadores la información errónea, tomando en cuenta los siguientes puntos (Urdaneta Artola, 2003):

  • El líquido no es lo mismo que la comida.

  • La deshidratación no significa sufrimiento (algunos autores consideran que la deshidratación disminuye la sensación de dolor).

  • La alimentación forzada de un paciente moribundo sólo cansa al paciente.

  • Comer no puede revertir el proceso subyacente.

  • La pérdida de interés en los alimentos es un fenómeno natural cercano a la muerte.

  • El cuerpo toma sólo lo que necesita.

  • La reducción de la ingestión de alimentos no acorta la vida, es simplemente una señal de que el cuerpo ya no puede metabolizar los alimentos.

 

Los principios éticos particulares a los cuales se les debe de prestar cuidado dentro de la atención nutricional del paciente que recibe cuidado paliativo son: 

 

  • Principio de veracidad: comunicar la verdad al paciente y a sus familiares se constituye en un beneficio para ellos pues posibilita su participación activa en el proceso de toma de decisiones (principio de autonomía) (Rodríguez Artavia, 2012) (Alonso Mariño, et al., 2015).

 

  • Proporcionalidad terapéutica: aceptar que nadie está obligado a utilizar todas las intervenciones médicas actualmente disponibles, sino sólo aquellas que le ofrecen una razonable probabilidad de beneficio, no resulta difícil. El personal de la salud tiene la obligación moral de implementar en todas aquellas medidas terapéuticas que guarden una relación de debida proporción entre los medios empleados y el resultado previsible de los elementos que siempre deberían ser tomados en cuenta a la hora de juzgar la proporcionalidad de una intervención son: a) la utilidad o inutilidad de la medida; b) las alternativas de acción, con sus respectivos riesgos y beneficios; c) el pronóstico con y sin la implementación de la medida; y d) los costos: físicos, psicológicos, morales y económicos (Rodríguez Artavia, 2012).

 

El personal de la salud y en particular los Nutriólogos deben adecuar la alimentación (olor, sabor, preparación, valor nutritivo, presentación, temperatura, tamaño de la ración, frecuencia, momento del día, la posición del paciente, las ayudas físicas y/o mecánicas, el entorno, etc.) a un contexto personal único, que contemple las peculiaridades, necesidades y posibilidades concretas del enfermo (Suárez Pérez, 2006), para dotar a esta actividad de toda su dimensión humana; pues la eficiencia y eficacia del apoyo nutricio depende de cuánto se adapte a las peculiaridades y condiciones concretas de cada paciente.

CONCLUSIÓN

La nutrición en los Cuidados Paliativos debe tener el objetivo de proporcionar placer al paciente y mejorar su calidad de vida, aun sabiendo que el concepto de calidad de vida y su aplicación en la toma de decisiones es subjetivo y distinto en cada persona. Lo importante con estos enfermos es, no solo controlar el dolor y otros síntomas molestos sino también el sufrimiento para conseguir que vivan con plenitud sus últimos meses o días de vida y tengan una buena muerte.

El profesional de nutrición y medicina en conjunto pueden ayudar de manera importante a detectar los problemas nutricionales y a orientar y educar a los cuidadores sobre cómo satisfacer las necesidades y gustos de los enfermos en esta etapa. Todo tratamiento que sea tomado en cuenta en estos pacientes debe consultarse con él y su familia diciéndole ventajas y desventajas para que él tome la decisión. Como profesional de la salud se evaluará la situación y en todo momento se verá por mejorar la calidad de vida del paciente.

AUTORES:

(1) Fernanda Mireles Gutiérrez

Pasante de Licenciada en Nutrición

Escuela Profesional de Nutrición

Correo electrónico: mf.pdes15@gmail.com

 

(2) María Guadalupe Zúñiga-Torres

Maestra en Ciencias de la Salud

Docente-Investigadora. Escuela Profesional de Nutrición

Correo electrónico: guadalupe.ztorres@uicui.edu.mx

 

(3)  Marcela Sánchez Delgado

Maestra en Ciencias de la Salud

Docente-Investigadora. Escuela Profesional de Nutrición

Correo electrónico: marcela.sanchez@uicui.edu.mx

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Fuentes consultadas

Alonso Mariño, O. L., Alonso Mariño, A. L. & López López, A., 2015. Aspectos bioéticos de los cuidados paliativos al paciente oncohematológico. Acta Médica del Centro, 9(1), pp. 95-101.

Bonadio Cunha, A. M., 2012. Nutrição e bioética nos cuidados paliativos. Brasilia: Universidade de Brasília.

Bulgues Mengual, F. y otros, 2010. Paciente terminal. Guía de Actuación Clínica en A.P. Barcelona: Consejo de Salud Universal y Salud Pública de Barcelona.

Gobierno de México, 2009. Ley General de Salud. Diario Oficial de la Federación 20-08-2009.

Grau Abalo, J. A., 2016. Enfermedades crónicas no transmisibles: un abordaje desde los factores psicosociales. Salud y Sociedad, 7(2), pp. 138-166.

Palma, A., Said, J. C. & Taboada, P., 2011. ¿Es necesario hidratar artificialmente a los pacientes terminales? Revista Médica de Chile, 139(9), pp. 1229-1234.

Pérez-Camargo, D. A., Allende-Pérez, S., Domínguez-Ocadio, G. & Verástegui-Avilés, E., 2013. Alimentación e hidratación en Medicina Paliativa. Gaceta Mexicana de Oncología, 12(4), pp. 267-275.

Pozzoni, C., 2003. Hidratación en el paciente terminal. Revista Argentina de Anestesiología, Volumen 61, pp. 182-186.

Rodríguez Artavia, A., 2012. Aspectos bioéticos de los cuidados paliativos. Enfermería en Costa Rica, 33(1), pp. 32-40.

Secretaria de Salud, 2017. Guía de Práctica Clínica. Cuidados Paliativos en pacientes adultos. México: Instituto Mexicano del Seguro Social.

Serra Valdés, M. Á., Serra Ruíz, M. & Viera García, M., 2018. Las enfermedades crónicas no transmisibles: magnitud actual y tendencias futuras. Revista Finlay, 8(2), pp. 140-148.

Suárez Pérez, A., 2006. Alimentación del paciente de cáncer en fase avanzada y terminal: consideraciones éticas y recomendaciones prácticas. Revista Humanidades Médicas, 6(2).

Urdaneta Artola, E., 2003. La nutrición en paliativos. En: Cuidados paliativos en enfermería. San Sebastian: Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos, pp. 169-170.

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