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DESOLACIÓN

Etmael Mondragón Solórzano

En el mar, existe una gran profundidad que no cualquiera se podría imaginar, pues si nos sumergiéramos a este fantástico mundo, nunca acabaría de deslumbrarnos.

No nos fijemos solamente en la arena del océano; les aseguro que mejores cosas estamos a punto de presenciar. Crecen las más exóticas plantas, cuya magnificencia nos deja boquiabiertos. Seguramente, al menor movimiento de las olas, demostrarían la fuerza que éstas poseen; algunas eran inquebrantables, y, por otro lado, tenían una naturaleza delicada. De cualquier modo, son el complemento perfecto para la vida acuática

Hay un punto desconocido de inalcanzable vista para el ser humano; sin embargo, ahí se encuentran todas las especies marinas acompañadas de los inmensos arrecifes. Resultaba verdaderamente bello admirar el desplazamiento de los peces, que impregnaban en su cuerpo los colores más abstractos. Al mismo tiempo, se observa el camuflaje de los pulpos: una prueba innata de sabiduría en su máximo esplendor.

Unos cuantos metros del arrecife, debajo de una pequeña isla donde pasaban los barcos utilizados en el comercio, vivía la majestuosa ballena Kalani, famoso por poseer colores que brillan al caer la noche, dando un hermoso tono idéntico al arcoíris, muy raro en seres marinos. Todas las mañanas se levantaba con entusiasmo a enseñar el arte de las profundidades, que incluían tres: música de conchas, danzas de aletas/tentáculos, y su favorita, narrativa y poética con tinta de pulpo. Sin duda, sus alumnos apreciaban su trabajo; todos deseaban aprender de sus acciones.

Pero a pesar de llevarse bien con todos, Kalani era solitario, prudente y reservado. Coleccionaba pinturas hechas por él. Cuando se fraguaba la tormenta, también guardaba obras artísticas pertenecientes al hombre, siempre reflexionando acerca de sus fascinaciones. Con frecuencia, supervisaba su hábitat, y la mayoría de las veces, llegaba a la conclusión de un perfecto equilibrio.

Un día de verano, la hermosa ballena se incorporó a su rutina. Tendió su cama situada en una gran concha, esperando unos momentos gratificantes. Se dirigió a la escuela donde daba la clase. En su camino se topó con el maestro de biología de la superficie, un delfín de físico e intelecto exquisito llamado Kale, único amigo de Kalani. Inicio la conversación entre ellos, y de pronto, el pez dorado, vendedor del periódico, vino a anunciar las nuevas tendencias que nacían al paso del tiempo. Insólitamente, las noticias que circulaban por entonces captaron la plena atención de los dos profesores.

“La historia de los siete mares se colapsará sin avisarnos”, decía el principal medio de comunicación del océano. Un aire escalofriante recorrió sus cuerpos, pero luego analizaron y pensaron que eran cuentos inventados.

Sin darse cuenta, nadaban entrando al recinto del saber, esculpido en un mármol pintado de colores excepcionales. Era una pintura representando la esperanza de la pacifica relación entre humanos y seres marinos.

El sol estaba inclinado en dirección al oriente, no muy lejos de su punto central; figuraba como el carpelo de las flores de allá arriba. Había gaviotas soñando con hallar alimento con el objetivo de devorarlo a gran velocidad. Kalani subió diáfano a la superficie. ¡Que prodigio resultaba contemplar el pueblo de mayor proximidad! La ballena experimentó una sensación de satisfacción y excitación a la vez. Cuando anocheció, la estrella de Venus se asomó sobre el cielo nocturno, recompensa por cumplir con un día de duro esfuerzo. Mientras flotaba, recitó un poema procedente de los bellos recuerdos vividos en la magia del océano, en lo que percibía el movimiento de los barcos. Kalani, despidiéndose de todo el arte terrestre, volvió a las profundidades. 

A la mañana siguiente, el calor del astro rey se intensificó fuertemente. Afortunadamente, la marea había bajado, y nuestro protagonista, emergió de nuevo con el propósito de vigilar que no hubiera daños en la costa, por encima y por debajo. No existía alerta a bordo, por lo cual las nubes que su mente dibujaba, terminaron desapareciendo.

La vida normal circulaba en el mar en calma. Se reflejaba un resplandor azul nunca antes visto, con colores parecidos a las mariposas que migran conforme viene el invierno, reproduciendo el más sublime espectáculo de vuelo. La ballena salió de la escuela con el profesor Kale, y encaminándose a su residencia unidos de sus aletas, algo captó la atención, adueñándose de todos sus pensamientos.

Un objeto transparente descendió del cielo marino. No, no era la bella arena finísima, ni tampoco nuevas reservas de alimento. Era algo semejante a una piedra con brillantes colores. O más bien, una piedra hechizada que se podía fracturar fácilmente. Pero aquel misterioso objeto era desconocido para la morada. Los que vivían en los alrededores del arrecife se acercaron a verlo. A unos, su visión les permitió observar una concha, otros murmuraron que era un utensilio de esos que utilizaban los humanos de la superficie para proseguir con los alimentos. De todos modos, casi nadie le tomó importancia, y respectivamente todos volvieron a su actividad normal.

Sin embargo, Kalani era preso de la angustia, pero reflexionó y concluyó que la cosa de la que chismorreaban tenía insignificancia.

A los primeros rayos de la aurora asomaba otra lluvia de materia extraña. Cuando la ballena salió de su casa, alcanzaba a oír gritos de las comunidades desoladores en cualquier rincón del océano.

- Auxilio, alguien ha robado mis huevos. ¿Dónde están? Ayúdeme, se lo suplico- decía una madre tortuga muy pobre.

- ¿Alguien ha visto a mis hijos? Sin ellos no puedo vivir-, sollozaba una madre pulpo; su salud iba deteriorándose.

Varios hogares destruidos se proyectaban; el reluciente fondo azul había cambiado; la desesperación aumentaba. Con el propósito de brindar ayuda, Kalani se encaminó en busca de futuras crías de la madre tortuga. Y ligero, se elevó hacia lo terrestre. Había a poca distancia diversos botes parecidos a perlas, perfectamente pulidos. Estaban en la dirección final de la playa. Un tropel de hombres desnudos recorría el lugar con el sol abrasador. Estos se empeñaban a resguardar el preciado tesoro con cautela.

Inmediatamente, apresurado, nadó con resiliencia entre el alterado mar, aproximándose a los cinco botes parados en la arena. Averiguó cerca de ellos. En el interior se apreciaban las más delicadas conchas; una vaquita marina estaba en una prisión conformada por columnas de metal que impedían a la pobre su libertad. Al lado se escuchaba un animalito blanco, un perro, que perturbaba la paz de este ser submarino. También había piedras preciosas guardadas celosamente. La pobre ballena sintió lástima por la pobre criatura, y, a pesar de no poder ayudarla, rogó a Poseidón para que la salvase.

Examinó hasta el más mínimo detalle, y pareció como si las conchas estuviesen repletas de vida. Después de una intensa búsqueda en cada uno de los botes, finalmente encontró los huevos perdidos, amontonados en tela bordada con frutos venenosos en lienzo de algodón. Kalani subió con todas sus fuerzas a través de la proa, preparando sus reservas de aire puro. Una vez que los marineros entraron en el sueño profundo, la valiente ballena se introdujo con sigilo en el piso de madera; debía tener precauciones y cumplir su misión. Se arrastró evadiendo a los tripulantes, desplazándose con movimiento cimbreante. Llegado a su destino, presenció los imponentes huevos, más hermosos aún que cualquier piedra preciosa. Abrió su gigantesca boca y los colocó, reposando sobre su frágil punta de la lengua. Por un momento imaginó a las tortuguitas recién nacidas, que abrazaban a su madre con ternura, y ella les cantaba canciones de cuna para arrullarlos.

Lo logró al fin. Ya sólo restaba dirigirse con cautela hacia la proa y volver a casa. La sabia ballena sintió otro aire de compasión hacia la vaquita marina, por lo cual se aventuró a sacarla de allí. La llave estaba remotamente escondida. Kalani utilizó con gran arte sus poderes mágicos con la vista, alumbrando las figuras naturales más sorprendentes que existen, tanto en la tierra como en el mar. Una vez hizo efecto, se apresuraron a sumergirse en las profundidades. Sin embargo, la madera había crujido, y el perro comenzó a ladrar despertando a los marineros.

- ¿Qué te pasa? - exclamaron los enfurecidos hombres.

El animal pareció descubrirlos, porque cuando los tripulantes voltearon, todos los objetos que habían capturado desaparecieron por completo. La ballena y la vaquita saltaron brutalmente, dejando un caminito burbujeante en la lejanía.

- ¡Malditos! ¡Lo pagarán muy caro! ¡Se harán desgraciados! – maldecía el capitán de la barca. Los seres submarinos comprendían las palabras de los hombres, pero los hombres no daban por entender las palabras del fondo.

Con fuerte suspiro, ambos se miraron a los ojos con gentileza. -Gracias por salvar mi vida. Me llamo Aulani- dijo el espectacular cetáceo.

- Para mí, siempre será un honor, Aulani. Yo soy Kalani.

Y ambos rosaron sus aletas mutuamente, como símbolo de simpatía.

-Bueno, tengo que irme. Voy a entregar los huevos a una señora tortuga-

-¡Adiós! Espero poder encontrarte otra vez, fue un placer conocerte -.

- El placer fue mío -.

Kalani no dejaba de pensar en lo acontecido, queriendo descifrar lo que pasaba. Recordaba lo que había visto en el periódico, pero no era posible que sucediese tan inesperadamente.  Tenía ganas de vivir, por eso, una gran felicidad brotó dentro de sí, por ayudar a los afligidos. Devolviendo los huevos a la tortuga, retorno a su humilde hogar.

Al cabo de otro día, Kalani se levantó con sentimiento esperanzador. No existiría nada malo ya, y todo volvería a verse como antes. Era previsto que soñaba sin parar. Cuando disponía al trabajo, todo estaba poniéndose de mal en peor. La intensa lluvia de sustancia misteriosa continuaba sin cesar.  ¿Qué podían hacer si nadie sabía lo que era? Los moradores, presos del terror, observaban estupefactos las muertes de toda clase de criaturas, mientras sus seres queridos se lanzaban a la depresión, cuyas fuerzas devoran hasta los corazones más valientes y audaces. Les resultaba imposible llorar, y ello les causaba un mayor sufrimiento.

- ¡Mamá, no me dejes! Te necesito aquí conmigo - decía un pequeño caballo.

- Amor, ¿qué comiste? Te han envenenado– sollozaba un cangrejo de reluciente rojo.

- Mi cueva se colapsó por completo. No tengo suficientes piedras para cambiarlas por comida. ¿Dónde voy a vivir ahora?– gemía un pulpo ya anciano.

 

Se le solicita a toda la ciudad reunirse en el punto central. Abandonen sus actividades– decía firmemente una mantarraya policía. 

En la plaza mayor, los corales iban perdiendo el brillo. Ahora vestían en su ropaje un velo negro parecido con las que las doncellas de nuestro mundo suelen portar en duelo. Cuando los residentes vieron tal fenómeno, la mayoría se desmayó, mientras que los otros restantes, sentían hecho añicos su diminuto corazón.     

                                                                                         

Una vez allí, el guardián les preparó una noticia intrigante:

- Debido a los acontecimientos que han provocado consecuencias lamentables, el gobierno de los mares ha declarado la guerra a la superficie, y a todo ser humano que ha pisado la faz del planeta. Cualquiera que se atreva a lastimarnos pagará con su vida. Para ello, necesitamos a las bestias marinas más feroces y construir una irrompible barrera y proteger hasta el espacio más recóndito de las aguas-.

Tan pronto como llegó el mensaje, varios sintieron olas de rabia y depresión.

- Estaré a sus órdenes, mi señor- dijo un pez león, saliendo de la blanca arena.

- Sacrificaremos todo para defender la existencia de los mares - repitieron unas medusas tentadoras.

- ¡Lo daremos todo y sacaremos adelante a nuestra hermandad! Vamos amigos, ¿quién me sigue? - exclamó un tiburón con gran impotencia.

- ¡Iremos a la guerra! – exclamaron las bestias feroces al unísono.

A partir de ese momento, el policía les dijo que absolutamente nadie podía atravesar los mares, y todos se quedarían en sus casas hasta nuevo aviso. Sin libertades, sin comida, ¿cómo irían a sobrevivir? Kalani conservó su serenidad; pero desde aquel día fue más retraído todavía, pues no quedaba sino mirar el mar, que se hacía grisáceo con el brillo del sol.

Pasó el tiempo. Un año después, la pobre ballena se deprimía cada vez más. Tenía fe en que esto terminaría, pues nadie lograba apagar en su totalidad la luz que brindaba.

Un mes de diciembre, mientras en el pueblo no celebraban los preparativos de los honores de Poseidón, sonó la trompeta presidencial; Kalani había recolectado suficiente alimento. Se veían todas las especies sobrevivientes saliendo de sus casas, cubriéndose la piel y la boca, mientras que otros muertos yacían en la arena. El arrecife era mayormente negro y algunas partes se habían roto. La ballena se presentó hacia la caminata. Cuando se presentaron en el centro de la ciudad, vieron un aviso pegado en un sauce llorón de verde claro.

“Todo aquel que tenga conocimientos médicos solicitamos que se presente en la alcaldía a las 3 de la tarde”.

Y transcurrió tiempo después, a la hora del ocaso, cuando los moradores ya salieron del centro del gobierno, Kalani estaba vestido con un suéter carmín, acompañado de un símbolo de felicidad y servicio a los seres submarinos. Algo positivo después de todo.

- Seré fiel a mis principios y mis raíces. Este mar, nuestra casa, ya no es como antes. Seré fiel a mis compañeros, que con su corazón su alma se desgarra haciéndose pedazos. Los ayudaré, aunque sea lo último que pase en mi vida.-  pensó la ballena motivándose a sí misma

Mientras tanto, un calamar estaba pidiendo ayuda. Habían destruido su casa y su hijo sangraba incontrolablemente. Producía un espectáculo aterrador, y condujo a toda clase de peces a presenciarlo. La cabeza del calamarcito yacía sobre los tentáculos de su padre, atravesado por una flecha; parecía como si un barco los hubiese aplastado. La hermosa ballena se acercó, apartando a todos en el circulo que rodeaban. Tocó la cabeza con su aleta, y comenzó a oírse la voz más inigualable jamás vista; cantaba con gracia y delicadeza, proyectándose en su piel diversas figuras de aves, conchas, el revoloteo de las mariposas, cantares de gaviotas, y todo lo bello que existe en este mundo, visualizando la unión y la esperanza. Destellaban los colores del arcoíris como los girasoles que tenemos en nuestra tierra. Nunca se había visto un espectáculo tan sublime. La pequeña cría abrió sus ojos, intentando respirar.

-¿Dónde estoy? -.

- Oh, hijo mío, ¡estás vivo, vivo! – exclamó el padre con gran regocijo.– Muchas gracias por salvarle la vida y traerlo a mí.

Al anochecer, en cuanto todos se fueron a dormir, Kalani subió a la superficie con movimiento exquisito. El mar aparecía negro; resplandecía la clara luz de la luna, pero de un momento a otro las nubes la taparon. Se escuchaban los cañonazos de los imponentes barcos, y no existía el aire puro, sino un olor pestilente. Uno de los barcos era parecido a la obsidiana, dos velas izadas. Decidió ir a espiar. Solamente observó a una tropa de hombres gigantescos señalando el fondo azul. Presintió algo, pero no sabía lo que era. La ballena se despidió de los camarotes y retornó en la alta mar, escondiéndose en su todavía artística cueva; nunca olvidaría a los marineros robustos.

Al otro día, todos se levantaron alarmados, pues los cañonazos aumentaban. Los moradores no podían salir, y la comida escaseaba cada vez más. Habían bajado buzos por todas partes, inspeccionando y encontrando cosas a su paso. Kalani vio cómo se robaban los todavía sanos, cómo encontraban estrellas de mar y las desaparecían de su hábitat, y les quitaban sus riquezas.

Un humano se acercó a una roca negra. La movió violentamente hacia él, pues esta se resistía por su dureza. De pronto, pareció como si un espectro fantasmal se apoderara de ella, pues se movía por si sola. Unos ojos se movían lentamente y comenzó a brotar sarpullido por todo el cuerpo. En un instante, apareció un pulpo de anillos azules, y el hombre con las fuerzas que le quedaban, grito:

- ¡Dense prisa, inútiles! Examinen hasta el último detalle -.

El pulpo roció su tinta para desaparecer. Los buzos nadaban de un lado a otro, moviendo los corales. Entonces, toda clase de criaturas se vieron obligadas a salir de sus recintos. Se movían rápidamente intentando escapar; unos se escondían en los abismos, otros se refugiaron en cuevas deshabitadas desde hace bastante tiempo.

Entonces, algo bajo a la arena; un objeto peligrosamente preparado. Los más cercanos reaccionaron e intuyeron que su pase al inframundo estaba a punto de comenzar. Las rugientes aguas gritaban y pedían ayuda, mientras que los peces más atractivos sentían una espada atravesando todo su cuerpo; no cesaban de florecer los frutos de la desesperación y de la duda. Su movimiento hacia subir a todo aquel que se topara con la “medusa de la tierra”, o más bien, caña de pescar, conocida popularmente así por la población del mar. Los lamentos de esas pobres criaturas desinflaban el corazón de todos a su alrededor. Al mismo tiempo, manos crueles arrebataban a los animalitos su hogar, en cuanto los introducían a los umbrales sin salida.

Cuando los cañonazos dejaron de sonar, Kalani salió tímidamente de su escondite. Por un momento recordó el océano azul y con vida en épocas de antaño, donde cualquiera brincaba y bailaba sin preocupaciones; el color característico siempre irradiaba. La ballena embarcó una misión para observar a qué lugar iban a parar.

Una vez más, nuestro protagonista sacó su cabeza hacia el cielo. Profunda sorpresa se llevó al ver las colinas verdes convertidas en desdicha, ya no había gaviotas y todo terreno humano crecía remplazando a lo inexistente. Se mecía con la leve brisa y la tranquilidad de las olas. Por fin, la respuesta fue invocada.

Encima de ella se acercó una embarcación de triple tamaño. En la madera bruñida, se visualizaba con toda claridad un fondo negro, tan intenso como la obsidiana. Se acercó cautelosamente, cubriéndose la cabeza de espuma. Intento escabullirse en la cubierta con todas sus entrañas, discretamente para no ser visto. Después de un largo esfuerzo, al fin lo logró. Ya era de noche, y no se veía ni la más reluciente estrella, solamente las tristes nubes grises al cielo tapaban.

La luz de diversas tonalidades apareció tenuemente por el cuerpo del cetáceo. Se escuchaban ruidos atemorizantes que interrumpían el reinado del océano calmante. Dispuesto a ir a investigar, siguió escabullándose hasta que de pronto, Kalani cayó en un profundo sueño…

El romper de las olas despertó a la ballena a la mañana siguiente.

-¿Dónde estoy? – preguntó la ballena mientras abría los ojos. Volteó en cualquier dirección.

- Amigo mío, sácanos de este lugar tan horrendo. Amigo mío, demuestra tu pureza y libéranos de este infierno -, a su lado el profesor Kale no podía moverse. Ingresó en estado deplorable, al igual que todos los que lo rodeaban, en cautiverio y deprimidos.

- Date prisa antes de que nos asesinen -. dijo Aulani estallando de dolor.

 

En la mente de Kalani se maquinaba un nuevo plan. De pronto, uno de los hombres que vigilaba, hirió a la mamá tortuga. Los marineros caminaban de un lado para otro, observando detenidamente las jaulas.

- Ahora escuchen atentamente: ustedes no valen nada y la desgracia siempre se colmará por dondequiera que vayan. Gracias a sus pestilentes cuerpos y mentes sucias y primitivas, ganaremos mucho dinero. ¡Y quién se atreva a lastimarnos, lo pagará muy caro! – y el jefe de la tripulación soltó una carcajada tan estruendosa que los animales que estaban ahí se retrajeron. - ¡Inicien las exportaciones inmediatamente! –

Y los hombres metieron a las especies en cajas acartonadas. ¿Adónde los llevarían? Mientras tanto, Kalani observaba destellos de luz por todas partes, pues tenía miedo de este viaje desconocido que emprenderían dentro de poco.

- ¡Suban, animalejos inútiles! – exclamaban mientras cargaban los paquetes. Una media hora después, ya habían terminado. Cuando montaron la última caja, los marineros que realizaban la tarea cayeron desvanecidos, como si una serpiente los hubiera atacado.

- ¿Qué les ocurre, soldados? – preguntaba el alto mando.

 

Entonces, el empaque brilló espléndidamente de un gris sombrío. Esta vez florecieron espíritus de toda clase de colores, en cuanto Kalani perforó la superficie acartonada. Las almas volaron por el lugar, acompañando a los presos. De pronto, se escucharon cantos esplendidos, y a la mantarraya le pareció observar cómo formaban un círculo.Las ánimas se dirigieron a las jaulas de metal; buscaron las llaves y las introdujeron en la cerradura de los respectivos candados. Pocos individuos lograron ver a estos seres, sin embargo, sintieron su presencia. Algunos imaginaron que se comunicaban con ellos:

-No tengan miedo, sean valientes y no olviden que el amor es lo más bonito que existe. Sólo confíen en ustedes mismos y siempre estarán protegidos del sufrimiento.

Deseosos de poder conversar con sus familiares fallecidos, los prisioneros no querían apartarse de sus bellísimas voces. Era un bonito sueño del cual les resultaba imposible despertar. Volviendo a su realidad, la ballena les dijo:

-Escapen, ¡sean libres! Dense prisa antes de que estos monstruos recobren su consciencia–. 

Título: Simétrica Formación   Fecha de la fotografía: 18 / 02 / 2018   Lugar: Cosmovitral Jardín Botánico, Toluca de Lerdo    Soporte: Digital     Dimensiones: 3000 x 5333 

Y los animales salieron de sus jaulas, saltando por los costados rápidamente. Perdieron la noción del tiempo, y solamente faltaba el profesor Kale y Aulani. Debido a la pesada masa de sus cuerpos, recibieron ayuda de sus compañeros, y una vez logrado, se adentraron en el mar.

Por fin, el momento de Kalani había llegado. Estaba decidido. Como no quedaba mucho tiempo, el cetáceo se apresuró a zambullirse en las profundidades. Tenía la certeza de ello.

Inesperadamente, una de las sillas principales empezó a tambalearse; parecía un peligroso terremoto, y la colorida ballena giró en torno a la orilla del barco. Un tripulante abrió sus parpados lentamente, con una mirada provocativa y venenosa. Con sus grandes botas dio pasos terroríficos.

- Eres tú, el atrevido que me quitó todos mis propósitos y anhelos. Ahora voy a desaparecer los tuyos. ¡La pagarás muy caro, animal maldito y desgraciado! Vamos, amarren todo su sombrío cuerpo -.

Los fornidos y robustos hombres se abalanzaron hacia la pobre ballena. Con sus manos gigantescas la sostuvieron con su peso, y con una cuerda de alto grosor, jalaron sus aletas. Caminaban de un lado para otro, mientras la miraban con aspecto repugnante. Entonces, voltearon su colorido pecho, y luego, en sus manos desnudas, desvistieron un objeto desconocido por los mares. Solo se escuchaban los quejidos del desdichado animal, que sangraba sin cesar. No existía remedio alguno para tan cruel destino.

El capitán del barco cerraba su puño con fuerza. De igual manera, repitió exactamente lo mismo con la mano derecha; esta vez reveló un cuchillo hecho de oro y plata.

- ¿Listo para proclamar tus últimos asquerosos sonidos? –

- Si, al fin descansaré en paz. He cumplido con mi deber y pronto obtendré mi recompensa. El amor siempre vence – expresaron sus bellos ojos.

 

Y los hombres se abalanzaron, descuartizando sus aletas y su cola, mientras lo golpeaban una y otra vez. En cierto punto, Kalani dejó de sentir dolor; cada uno de sus latidos iba marchitándose y en un instante, sus hermosas perlas dejaron de ver la luz del día. Una vez hecho esto, tiraron al cadáver al mar.

El espíritu del cetáceo se elevó al más allá. Al fin sentía una paz inimaginable, fuera de todo peligro. Sin embargo, pronto se llenaría de pena por las almas teñidas de oscuridad del ser humano.

Ya anochecido, en el océano resplandeció un tono negro, producto de los deshechos del plástico y basura. Las monstruosas olas rompían con furia. Habían invadido el pueblo más cercano, traspasaban las majestuosas construcciones, mientras la gente no hallaba ningún sitio donde escapar. Durante los siguientes días no contarían con abastecimiento de agua y alimento, y la inanición se esparciría como las bombas bélicas.

Kalani, al igual que todas las almas, estaría deseoso de ayudar, pero no quedaba más remedio y observar lo que sucedía, mientras en conjunto rogaban por clemencia hacia todo habitante de la Tierra…

Fin 

ARTE

César Juárez Camacho

Instagram: @cessarjc / @perro_estudio

“XOLOITZCUINTLE”

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Año: 2020 / Técnica: Ilustración Digital (Procreate)

“HANDFLOWERS”

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Año: 2021 / Técnica: Ilustración Digital (Procreate)

“SIN TITULO”

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Año: 2020 / Técnica: Ilustración Digital (Procreate)

“AMBKOR LOBO NEGRO”

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Año: 2020 / Técnica: Ilustración Digital (Procreate)

LITERATURA Y ARTE

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