Es verdad que la presencia inesperada de COVID-19 nos tomó por sorpresa; creíamos que la suspensión de actividades sería sólo por un par de días o, para los más escépticos, un par de semanas y regresaríamos a nuestra antigua cotidianidad. Como en 2009 cuando nos enfrentamos a la influenza A H1N1 en donde se nos presentó un escenario muy similar, debíamos utilizar cubrebocas, gel antibacterial, atender las indicaciones de las autoridades y mantener la calma; en esa época, pocos comercios se vieron obligados a cerrar sus puertas y la economía no se vio tan afectada pese a la situación de ese momento.

​

En diciembre de 2019, los rumores de un nuevo virus parecían eso, un rumor muy lejano que provenía del otro lado del planeta, algo tan lejano que creímos que se controlaría en su país de origen Wuhan, China y que no tendría mayor repercusión (por lo menos, no tan grave en el continente americano).

​

La Organización Mundial de la Salud declaró el 30 de enero de 2020, la existencia de un riesgo de salud pública de interés internacional y posteriormente el 11 de marzo de 2020 que la enfermedad se consideraba ya una pandemia por la alta cantidad de personas infectadas (OMS, 2019).

​

En México, con la rápida propagación del virus; las autoridades, un tanto escépticas decidieron que la solución más conveniente sería implementar una serie de medidas para prevenir y controlar los contagios del país; como la prolongación del periodo vacacional estudiantil, el confinamiento por la pandemia y el plan DN-III-E (Secretaría de la Defensa Nacional, 2019).

​

Por lo tanto, de forma brusca tuvimos que modificar nuestras actividades cotidianas; desde adaptar nuestro hogar para convertirlo en un espacio confortable para tomar clases, realizar actividades laborales e incluso, para los amantes de actividades deportivas adaptar un pequeño espacio para mantenerse en forma.

​

Las actividades que se realizaban de manera presencial se tuvieron que modificar a actividades realizadas de preferencia en línea o limitar el aforo -atención que se le proporciona a los consumidores-. Poco a poco las calles y establecimientos se vieron con una notable disminución de afluencia de personas y se notaba el incremento de personas en redes sociales y plataformas digitales.

​

Este traslado a lo digital era esperado y muy benéfico para continuar con actividades tanto académicas como laborales sin infringir el confinamiento impuesto, a pesar de esto, el traslado a lo digital fue progresivo ya que muchas personas tuvieron que migrar a plataformas totalmente desconocidas y aprender sobre la marcha o incluso algunas quedaron marginadas de las mismas.

​

Grandes compañías enfocadas en videollamadas, mensajería, e-commerce se vieron beneficiadas ya que; ante la necesidad de permanecer en casa, aprovecharon para mejorar sus plataformas, comercializarlas y hacerlas competentes para el mercado que lo solicitaba. Los bancos ampliaron su catálogo de operaciones en línea para que a los usuarios con la facilidad de un click realicen operaciones desde la comodidad de su hogar (MILENIO, 2020), las aplicaciones enfocadas al servicio de comida a domicilio incrementaron el número de negocios que ofrecía su app debido al cierre temporal de sus locales con la única posibilidad de ofrecer servicio para llevar.

​

En conclusión, las herramientas digitales jugaron un papel de suma importancia a la hora de adaptarse al confinamiento, era eso o morir ya que las empresas y personas que no pudieron seguir el paso de la digitalización por la pandemia, inevitablemente se vieron afectadas por no tener los recursos -económicos, conocimiento, etc.- necesarios para adaptarse óptimamente al entorno.

​

Sin embargo, como jóvenes más que verlo como un acontecimiento lleno de incertidumbre, debemos de verlo como una oportunidad de crecimiento para nuestras habilidades tecnológicas y aprovechar al máximo el tiempo extra que tenemos ya que ahora no nos trasladamos a nuestro lugar de trabajo/ escuela/ actividades adicionales en general. Ese tiempo extra con el que contamos, no necesariamente tiene que ser destinado al ocio, se puede aprender algo nuevo con los cursos que imparten gratuitamente diversas instituciones, aprender a utilizar algún programa de interés o encontrar tu habilidad con algún instrumento que siempre has querido tocar y por cuestiones de tiempo no habías podido y ahora con las herramientas necesarias que todos tenemos a nuestro alcance es posible aprender algo totalmente nuevo y de forma “autodidacta”.

​

El 2 de diciembre, la secretaría de salud firmó el convenio con Pfizer, para adquirir 34.4 millones de vacunas de COVID-19 y la expectativa fue recibir 250,000 dosis ese mismo mes, destinada al personal de salud. El 23 de diciembre, llegó el primer lote de vacunas Pfizer y el 24 del mismo mes, inicia la vacunación contra COVID-19 en México para el personal de salud que se encuentra en primera línea frente a la pandemia.

​

Se podría decir que un pequeño rayo de luz iluminó esta época tan obscura y nos proporcionó un poco de esperanza después de este largo año, lleno de vertiginosos cambios, en donde honestamente, esperábamos cualquier cosa y no nos sorprendería ya que socialmente hablando las cosas se encontraban tensas en diversas partes del mundo, concretamente, en Estados Unidos.

​

Posteriormente, el 4 de enero del 2021, la COFEPRIS autorizó el uso de la vacuna AstraZeneca y poco a poco más y más laboratorios de todas partes del mundo se fueron sumando a la lista de proveedores autorizados de dar al mundo esa luz al final del túnel tan añorada (Sanitarios, 2021).

​

El 24 de enero, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró en redes sociales haber dado positivo a COVID-19, dándonos una muestra de que ninguna persona, ni siquiera un funcionario de alto nivel, se encuentra a salvo y nos da una importante reflexión involuntaria sobre la importancia del correcto uso de cubrebocas; ya que miembros de su gabinete que se encontraban en constante contacto, no sufrieron el alcance del virus (BBC, 2021).

​

La pandemia de COVID-19 ha sido un verdadero reto y a medida que la situación sigue desarrollándose y cambiando, es entendible que en algunos momentos experimentemos altibajos, por ello; es importante que tomemos un poco de nuestro tiempo para asimilar todas las emociones que experimentamos para mantener nuestra estabilidad emocional ya que es muy fácil caer en estado de pánico y desequilibrar  nuestra estabilidad habitual que es muy importante en estos momentos; como se ha mencionado anteriormente, es una buena decisión considerar actividades recreativas, sobre todo las de ámbito deportivo para conservar la condición física  y mental, debido a que la taza de personas que se han visto presas del pánico y diagnosticadas con ansiedad ha incrementado considerablemente (Centro médico ABC, 2019).

​

Desgraciadamente, además de los casos confirmados por COVID-19; se estimaron casos de dengue, sarampión y el típico brote de gripe estacional que se caracteriza por síntomas similares a los de COVID; claramente desestabilizó al sistema de salud y creo una fuerte crisis sanitaria, no vista en años (BBC, 2020).

​

Conforme la nueva normalidad se ha solidificado, poco a poco las personas pierden de vista lo delicada que es nuestra situación actual y ante la posibilidad de mutaciones Sars cov 2 mexicanas, no debemos de bajar la guardia, seguir las indicaciones que las autoridades nos recomienden y no perder la esperanza, la esperanza de que algún día, volveremos a esos días en donde era impensable usar cubrebocas, mantener una distancia de 1.5 metros de rigor, vivir constantemente desinfectando nuestros objetos de uso común y permanecer durante largos meses alejados de las personas que más queremos (MILENIO, 2021).