Desde la antigüedad la música ha tenido un papel privilegiado dentro de la sociedad, y no es para menos, estudios realizados han documentado que existen efectos derivados de la práctica instrumental sobre el cerebro, a continuación, enlistaremos algunos:
Pone en funcionamiento los dos cerebros: Cuando se participa de forma activa en la interpretación de un instrumento, se ponen en funcionamiento tanto la parte del cerebro correspondiente a la ejecución instrumental -hemisferio izquierdo-, como la correspondiente a la emocionalidad y expresividad -hemisferio derecho y con ello el cerebro de los músicos tendría una mayor agilidad de transferencia interhemisférica.
Mejora la cognición: la práctica musical requiere de largos períodos de concentración, memorización de pasajes largos, aprendizaje de diferentes estructuras musicales, de hecho, estudios demuestran una alta relación con el rendimiento académico.
Organización: El interpretar un instrumento requiere de una planificación, desde medir tiempos hasta organizar los tiempos de trabajo y estudio.
Concentración: Requiere la atención de un conjunto de aspectos que tienen lugar al mismo tiempo (afinación, duración de las notas, ritmo, frase, técnica de ejecución, expresión, entre otros).
Disciplina: para poder conseguir los objetivos fijados se necesita disciplina y trabajo duro.
Como puedes ver son muy buenas razones para interesarse por la música y animarse a interpretar uno o varios instrumentos, y éstas son sólo algunas.
Referencias:
Campayo Muñoz, E y Cabedo Mas, A. (2016). Música y competencias emocionales: posibles implicaciones para la mejora de la educación musical en: Revista Electrónica Complutense de Investigación en Educación Musical, Volumen 13 2016 http://revistas.ucm.es/index.php/RECI ISSN 1698-7454 http://dx.doi.org/10.5209/RECIEM.
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