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César Gabriel Figueroa Serrano

FREIRE VERSUS ORTEGA Y GASSET:

EL EJERCICIO DEL ESTUDIO COMO PROVOCACIÓN


¿Qué es estudiar, qué implica en el nivel de posgrado y la formación del investigador? En realidad, implica diversos matices. Quizá, ante todo, es una provocación. Al menos eso se infiere del diálogo de dos clásicos de la educación cuando, en dos pequeños textos discuten sobre el tema. Dentro de la pedagogía, la práctica docente, los procesos de enseñanza-aprendizaje, hay una actividad que pareciera presente y necesaria tanto para el profesor como para el estudiante: se habla de estudiar. Pero, ¿qué significa esta actividad? En realidad, presenta diversos matices. Incluso la forma de enfocarlo nos puede dar un acercamiento a las tipicidades educativas.


En este texto se busca reflexionar sobre ese tópico a partir de dos breves lecturas: una de José Ortega y Gasset (Sobre el estudiar y el estudiante) y Paulo Freire (Consideraciones sobre el acto de estudiar)[1]. En ellos encontramos algunos puntos de coincidencia, pero también de importantes divergencias. En esta reflexión, se plantea una tesis: existe, en el enfoque del estudio, una importante confrontación.

Consideremos primero al filósofo español. Ortega y Gasset parte de una tesis provocativa: estudiar es una falsedad. Para sostenerla, el autor inicia con una noción de la verdad:

Decimos que hemos encontrado una verdad cuando hemos hallado un cierto pensamiento que satisface una necesidad intelectual previamente sentida por nosotros. Si no nos sentimos menesterosos de este pensamiento, éste no será para nosotros una verdad. Verdad es, por tanto, aquello que aquieta una inquietud de nuestra inteligencia (Ortega y Gasset,2006:50).

El autor considera que una verdad no existe sino para quien la necesita. De igual manera pasa con la ciencia: no es tal sino para quien la busca afanosamente. Para quien no la necesita ni la busca, la ciencia no es sino una serie de palabras, cuando más ideas, que aun creyendo que se les entiende, carecen de sentido.


La clave entonces la ubica en la necesidad. Ortega y Gasset identifica dos: las inmediatas y las mediatas. Las primeras son las que surgen en uno mismo. Son auténticas, con raíces en el propio sujeto; las segundas, son las que se imponen por el contexto, por aspectos exteriores. Estas necesidades mediatas están en situación bivalente: implican hacer suyas unas necesidades que en principio no lo son. El sujeto adopta un comportamiento como si fueran sus propias necesidades. Con ello se invita a una ficción, a una falsedad. Es en este punto en el que se considera, como se verá más adelante, existe una posible debilidad en la postura del autor. En todo caso, es ahí donde se finca el argumento principal para hablar de la falsedad. ¿Qué es el estudiante como tal?, de acuerdo con Ortega y Gasset (2006:53) “es un ser humano, masculino o femenino, a quien la vida impone la necesidad de estudiar las ciencias de las cuales él no ha sentido inmediata, auténtica necesidad”.

El filósofo considera que en los creadores de las ciencias o las filosofías primero viene la necesidad de poseer un conocimiento. Posteriormente con ello vendrá la ciencia. En el estudiante sucede al contrario. No parte de la necesidad vital, sino de lo que ya está. Y esto incluso le puede gustar. No obstante, no parte de lo vital. Las implicaciones de lo anterior son el contentarse con lo que se tiene y no cuestionar, no criticar. Es una zona de confort en la que se ubica a la ciencia como un valor definitivo: la pura verdad. Por el contrario, el crítico, se acerca con cautela al saber ya hecho. Hombres así son los que corrigen, renuevan, recrean la ciencia, considera Ortega y Gasset.


Es ahí donde se ubica la tragedia de la pedagogía: lo que se hace es generar la falsificación del hombre. Éste lo es por inexorable necesidad; el estudiante, no. Esto no implica que no sean necesarios los aprendizajes de conocimientos ya hallados por otras generaciones. No obstante, el autor apela a la búsqueda adicional de las respuestas a las propias necesidades. La propuesta del filósofo, en términos pedagógicos, se centra en recomendar que la ciencia no se debe enseñar, sino, más bien, enseñar la necesidad de la ciencia.


La postura de Paulo Freire parte de considerar a las bibliografías como desafíos. Esto es, despertar el deseo por el conocimiento. Bajo ese enfoque, estudiar implica una postura crítica y sistemática, exige una disciplina intelectual que se adquiere practicándola. Aunque es importante no caer en el enfoque tradicional de esa disciplina, en la que se mata la curiosidad, el espíritu investigador. Es más bien la disciplina de la ingenuidad frente al texto, la lectura mecánica. Ahí se pide no la comprensión, sino la memorización.


Por el contrario, Freire (2006:72) apela al desafío. “Quien estudia se siente desafiado por el texto en su totalidad y su objetivo es apropiarse de su significación profunda”. Desde este enfoque, el acto de estudiar requiere:


a) Asumir el papel de ese acto. Implica seriedad frente al texto sin comportarse pasivamente, domésticamente, memorizando posturas del autor (sólo ser “vasija” llenada por esos contenidos). Estudiar seriamente un texto “es estudiar el estudio de quien estudiando lo escribió” (Freire,2006:73). Es percibir el condicionamiento histórico-sociológico del conocimiento. Es reinventar, recrear, re-escribir, tarea de sujeto y no de objeto.

b) Estudiar es una actitud ante el mundo. Por eso no sólo se reduce a la relación lector-libro. Es también pensar en la práctica. Se considera el registro de las ideas que nos “asaltan” al caminar por la calle. Registros que Wright Mills llama, en La Imaginación Sociológica, “fichas de ideas”. Estos elementos pasan a ser desafíos.

c) Estudio de un tema específico implica que el estudiante se ponga al tanto de la bibliografía existente.

d) Es asumir una relación de diálogo con el autor del texto -y con el texto en sí-. Es una relación dialógica que da la percepción del condicionamiento histórico-sociológico e ideológico del autor -no siempre el mismo del lector-.

e) Exige humildad. Esto es coherente con actitud crítica. “No siempre el texto se entrega fácilmente al lector”.

Finalmente, Freire (2006:76) considera que “Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”.


Bajo el panorama anterior, la coincidencia principal que tienen estos dos autores es la perspectiva de la provocación y el desafío. Ambos plantean el trascender la medianía, la memorización, la pasividad. No obstante, tenemos varias diferencias. Como punto de partida, aun esta trascendencia, en algunos casos, sería falsa para Ortega y Gasset. Estudiar a un autor o su postura si es desde la lógica curricular, no trascendería la necesidad mediata. Me parece que es ahí donde se encuentra la principal debilidad del filósofo español.


Considerar que sólo desde las necesidades inmediatas surgen las verdades auténticas, puede ser un tanto parcial. Si bien Ortega encuentra que las necesidades mediatas son, valga la redundancia, necesarias por aspectos sociales y técnicos, parece dejar de lado que esa provocación que plantea puede ser generada desde esas parcelas.


El filósofo considera que en los creadores de las ciencias o las filosofías primero viene la necesidad de poseer un conocimiento; posteriormente con ello vendrá la ciencia. ¿No puede ocurrir la provocación en el proceso inverso? Es ahí la importancia del estudio que opone Freire. Esa sistematización, desde un enfoque crítico, que permite ampliar las posibilidades de hallar verdades que, de otra manera, no se encontrarían. Es un poco lo que Gadamer señala con el horizonte hermenéutico. Si partimos sólo de necesidades inmediatas, en cierta medida, limita la posibilidad dialógica, el encuentro con el otro. ¿Es malo partir de la postura de otro autor? No necesariamente. Criticarle sería encasillarse en él.


La postura de Ortega y Gasset puede caer en un atomismo, en un individualismo no siempre fecundo. Por el contrario, Freire abre las posibilidades a un diálogo que habilite la reflexión y diversos encuentros. En esa apertura, es posible también pensar al verdadero hombre, como se infiere de Gasset, desde el deseo y no sólo desde la necesidad.




Bibliografía

[1] Ambos son textos pertenecientes a la antología Del Estudio y el estudiante. Lecturas para la reflexión. Miriam Sánchez y Marcela Hernández (antologadoras). Universidad Autónoma de la Ciudad de México. México D.F. 2006. 2ª edición.

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